19: El clan Mareum

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Adara

Cainán se va, pues ya no podemos mantener la conversación. Mi celular está hecho pedazos, necesito otro. Buscaré dinero e iré a comprar uno usado. Me parece bien, algo normal para hacer. Además, ya me cansé de deambular en esta casa, por alguna extraña razón que desconozco, el lugar me da una mala sensación. Debe ser porque estuvo deshabitado por tanto tiempo, Akil no debió dejarlo así. Aunque me parecería acogedor en otras circunstancias.

Voy al centro del pueblo y consigo el móvil, le pongo el chip que por suerte no se dañó, entonces agrego los contactos. No es que sean muchos, tengo a mis superiores, amigos con los que no hablo hace bastante y el último que guardé es el de Triana. Me alegra no haberlo perdido, decido llamarla a ella primero para que me agende. A diferencia de los demás, que solo les mandé un mensaje. Lamentablemente, mi nueva amiga no me contesta y la segunda llamada me la rechaza. No me sorprende, la verdad, las personas se alejan rápido de mí.

Oigo unos susurros detrás, entonces me paralizo, así que cuando reacciono en mitad de la calle, me giro, no veo nada y retrocedo. Antes de que cualquier vehículo pueda pisarme. Aunque por aquí, lo dudo, no hay tantos.

No importa si me molesta el desdén de Triana, no puedo quedarme sin ningún amigo, al menos hasta que Akil llegue. Debo ir a buscarla. Cainán está fuera de discusión, necesito alguien humano, que no me haga sentir que estoy loca.

La mala suerte me persigue, pues descubro que ya no trabaja en la comisaría, así que empiezo a preocuparme. Lo bueno es que consigo la dirección en donde vive, lo malo que es el clan Mareum, el recinto de Elerick. Avanzo por el camino de la entrada principal, poniendo la mano en el estuche de mi arma. Hay personas aquí, pero tienen ese aire escalofriante. Lo sé, no son normales, y cuesta admitirlo, son demonios. Están tranquilos en este jardín. Me acechan con la mirada, puedo percibirlo.

Soy su comida.

Toco el timbre del gran portón y este se abre. Dentro está todo muy oscuro, me atiende un hombre bajito y gritando:

—¡Oh, por todos los infiernos! —Sonríe el anciano—. ¿Qué buscas, joven?

—A... Triana —digo, despacio.

—Uh, creo que no se va a poder.

Frunzo el ceño.

—¿Por qué?

—Está ocupada.

—¿Quién es, Trouly? —pregunta una mujer muy alta, la cual al verme se relame los labios—. Huele bien.

—Clereiya, querida, está buscando a nuestra hija —le cuenta.

—¿O sea que no buscas asilo? —Señala a las personas de adentro y afuera, las cuales son bastantes—. Nos encanta cuidar de personas desamparadas.

Enarco una ceja.

—¿Está Elerick? —Cambio de tema, pues siento que estos también piensan en comerme, y mejor hablar con alguien que sabe que no pueden hacerme pedazos—. Es urgente, me preocupa Triana.

—Como dije, está ocupada —repite el hombre—. Justamente con él.

La mujer se inclina para aproximarse a mi oído.

—No pienses cosas raras, no son familia de verdad, no es incesto.

Quedo en shock.

Tú y yo paranormalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora