22: Un sismo en Norville

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Cainán A

Adara cruza la ventana, yéndose por un pasillo del recinto. La sigo porque está fuera de sí, además de no tener ropa, tan solo una toalla. Esquiva a los demonios con los que se cruza, empujo a algunos que intentan agarrarla y al que se acerca más le destruyo la cabeza en la pared. Los que me reconocen, empiezan a detener sus acciones, dándose cuenta de que la presa viene conmigo. Otros son estúpidos, y también me atacan. Aunque hay que admitir que son demasiados, así que es un desgaste.

—¡¡Detente, Adara!! —la llamo, pero no me hace caso.

Se termina chocando con un grandote, en su forma original. Negro, con unos enormes cuernos y bastante saliva que cae por sus colmillos. Aun así, ella no reacciona, algo la perturba y, definitivamente, no son los demonios.

Sus sombras.

Me aproximo, rápido, ya que no se mueve del ataque del gigante. Debería cambiar también, pero no tengo idea cómo se lo tomará esta vez. Solo saco mi garra, entonces destruyo el brazo alargado del demonio, este se cae.

Hay tanto ruido y sangre que la fiesta se acabó...

—¡¡Cainán Done!! —Terminó porque llegó el dueño del circo.

Me doy la vuelta y reprendo a Elerick:

—Dile a tu rebaño que no toque a mi presa —aclaro.

El dueño del clan, el cual lleva la camisa abierta, me observa enojado.

—Me arruinaste el sexo —expresa, molesto.

—Lo noté —digo con mi típica cara de póker—. En vez de estar fornicando con tu comida podrida, deberías estar ayudándome —refiriéndome a la cantidad de tiempo que lleva viva su esclava, lo cual es una ofensa para su rango y estirpe.

Camina furioso hasta mí.

—¡Te serví un manjar en bandeja! —Señala a Adara que continúa en el piso—. ¡¿Por qué mierda sigue viva?!

—Lo mismo podría decirte de tu juguete.

Me ignora otra vez la provocación y se dirige hacia la castaña. Toma su mano, entonces la levanta. Agarra su rostro, entonces la observa de manera detenida.

—¿Y a esta cosa qué le pasa? —declara—. Reacciona, estúpida, que ya me han sacado de mis casillas. —Observa al demonio gigante que tiene a su lado, al cual le quité su brazo—. Limpien este desastre.

Todos comienzan a movilizarse, entonces me aproximo a Adara y la separo del agarre de Elerick.

—No te tomes tanta confianza —advierto.

—¿Por qué no te vas? Tu comida no me interesa, llévatela de una vez.

—Eso es lo que iba a hacer —digo, molesto.

Suspira, calmándose.

—Escucha, esto es un desastre, pero debes entender que es su culpa.

—Lo sé.

—Estamos del mismo lado —me recuerda.

—No me importa, y mucho menos te creo.

—No sé quién quiere inculparte, pero...

Se calla cuando el piso se empieza a mover, hay un sismo en toda el área. Adara se suelta y sale corriendo. Empezamos otra vez, pero en el jardín. Lo bueno es que Elerick está aquí, así que los demás demonios no se mueven.

Cruzo la puerta y la veo correr entre los temblores. De repente, un vehículo frena en la carretera, así que ella se cae. El suelo deja de temblar. El conductor se baja del coche, lo rodea, entonces corre a ayudarla.

—¡Adara! ¿Estás bien?

¿Qué? ¿La conoce?

Ella alza la vista, sus pupilas dejan de estar perdidas al reconocerlo. Sus ojos se abren en grande y escucho la velocidad de su corazón, como aquella vez que hablaba por teléfono. Sus mejillas se ruborizan antes de abrir la boca.

—Akil... ¡Akil! —Se da cuenta y lo abraza, mientras están agachados en el suelo—. ¡¡Akil, tenía tanto miedo!! —Llora, su rostro se empapa en lágrimas—. ¡¡Ayúdame!!

Él le corresponde al abrazo y yo gruño.

—Voy a cortarle la cabeza —murmuro.

Elerick levanta su mano y me detiene.

—Ni se te ocurra, es Akil Stormville —aclara el jefe del clan.

—¿Quién? —Enarco una ceja—. ¿Y por qué su apellido se parece a Norville?

—Es la mano derecha de un líder muy importante, un clan complicado. Si vas a enfrentarte a ese ser, más vale que vayas de buenas maneras. No es un demonio común, si es que sigue siendo uno.

Vuelvo a mirar al que me activa la vena de los celos.

—¿Ese es nuestro enemigo? —expreso, molesto.

—No, peor, es la ley.

¿Ese tipo es la ley del infierno? No me hagan reír. Qué se hace con ese cabello negro, largo, recogido y ondulado. Se ve desarreglado con su camisa blanca, ni buen porte tiene. Alza la vista, entonces nuestras miradas se cruzan, por un momento creí que me mostró sus pupilas alargadas de demonio, sin embargo, sigue siendo humano, como un espejismo. ¿Este ser es el que tiene que ver con las sombras de Adara? Sus ojos son muy claros para ser normales. Esta mujer vive en una burbuja, ¿cómo no se dio cuenta de que tiene un ser sobrenatural en frente? Se asusta de todos menos de ese. Esto parece una burla de muy mal gusto. Una muy mala dirigida hacia mí a propósito, sobre todo porque ese infeliz me está sonriendo.

Voy a arrancarle la cabeza, sin importarme lo que me dijo Elerick.

«Exacto, A, al fin nos entendemos, ¡hay que desmembrarlo!».

Creo que la voz de B me hizo entrar en razón, no puedo caer tan bajo. Dejémosle las locuras a él. Decido cambiar de personalidad.

—Me gusta la sangre, pero... —aclara Elerick, al ver la modificación de mi gesto—. Eso no sería prudente, B.

Les presento a Akil, él es mi protegido ❤️

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Les presento a Akil, él es mi protegido ❤️

Saludos, Vivi.

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