15: La bella durmiente

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Adara

Se me hará costumbre dormir en el mismo techo que Cainán. He aceptado quedarme hasta que amanezca, pero eso no hará que descanse. Sigo viendo las sombras acechando y el recuerdo de lo que ha pasado hoy, me atormenta.

Todo es real.

Me mantengo sentada en la cama, abrazando mis piernas. Sé que detrás de esas ventanas se mueven las sombras. Estoy segura aquí, en esta habitación de huéspedes, en silencio...

¡¿Cómo podría?! ¡¿Estoy loca?! ¡¡No puedo autoconvencerme!!

Se escuchan unos pequeños golpes en la puerta, y me sobresalto. Es probable que sea Cainán, pero no quiero responder. Aunque no puedo fingir dormir, sabe lo que pienso o al menos lo percibe. Escucharme solo me hace creer que he perdido la cordura.

Vuelve a golpear.

—Sé que estás despierta —aclara, pero sigo sin contestar—. Conoces a B, no será amable, así que al menos responde.

Me giro y agarro mi arma, entonces la levanto sin salirme de la cama. Puedo notar como mis manos tiritan, pero apunto a la puerta. Antes de hablar, trago saliva.

—¿Siempre utilizas a B para amenazarme? ¿Acaso tú no eres intimidante?

Abre la puerta, despacio, y mira mi revólver.

—Sabes que eso no me hará daño, ¿verdad?

—Responde la pregunta —insisto.

Avanza y me mantengo quieta, no bajo el arma, él se detiene en frente de la cama.

—No quieres conocerme enojado, así que es mejor mencionar al que se altera siempre. —Parece que se burla de sí mismo, aunque no hay ni una pizca de emoción en su gesto—. Baja eso, no te va a proteger. Además, vine porque escucho tu corazón, está muy agitado.

—Como siempre —digo sin importancia, hago una pausa, luego continúo—. Tu estúpido bicho rastreador está empezando a irritarme.

—¿Quieres que te ayude a dormir? —pregunta de repente.

Me sonrojo. ¡No reacciones, estúpida, es un demonio come almas! ¡¡No, peor, come carne humana, te engaña para matarte!!

—Veo que hay muchas películas en tu cabeza —acota.

Mierda, pierdo la cordura y parece que se burla.

—No eres gracioso —respondo.

—Lo siento, no soy la personalidad carismática.

—Pu... —Mis mejillas queman—. Pues esa no me agrada, es una sádica asquerosa.

—Auch, recuerda que somos el mismo.

Trago saliva.

—Si son el mismo, no puedes decir que no te agrado. —Recuerdo una conversación anterior. Acto seguido, reacciono y me altero—. ¡De todas maneras, no me importa, eres un demonio! —Alzo el arma, ya que sin darme cuenta la descendí, por bajar la guardia—. ¡Ni debería estar pensando en ti, vete!

—Quiero ayudarte.

—¿Por qué? Si me has dejado muy en claro que no te caía bien.

—Bueno. —Apoya su mano en el revólver—. Era mentira. —Está tan cerca de mi rostro—. Es obvio que, si le gustas a B, también me atraes a mí. Te lo repetiré, somos el mismo.

Tú y yo paranormalWhere stories live. Discover now