36: Sentimientos de lluvia

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Adara

Duermo bastante. No he descansado así en años. Aunque algo no empieza a cuadrar cuando siento mis muñecas un poco adoloridas y no puedo mover bien mi boca. Abro los ojos, entonces me doy cuenta de que estoy amordazada. Además, mis manos tienen cuerdas. Tengo un camisón, me lo habrá puesto Cainán...

¡¡Cómo todo lo demás que no cuadra!!

—¡¡Mhn!! —intento hacer ruido.

Sabía que no debía haber confiado en él.

—¡Hola! —dice B, asomándose por la puerta—. Notarás que estás atada.

¿En serio? No me había dado cuenta.

—Verás... —continúa—. Anoche tuvimos mucho sexo salvaje, te desmayaste, luego me atacaste y estas son las consecuencias.

Frunzo el ceño, en señal de que está diciendo disparates.

—¡¡Hum!! —Pataleo.

—Bueno, bueno, no te enojes. —Agita las manos—. Obvié algunos detallitos. Incumplí uno de mis juramentos, iba a terminar el tatuaje.

¡¿Qué?! ¡¿Cómo se atreve?!

—¿Mm? —insisto para que continúe.

—Una cosa llevo a la otra y de repente salió un humo negro de tu boca, casi me intoxico ahí. —Forcejeo con las sogas, entonces se percata—. ¡¡Ah, eso fue por pura diversión!! —Se ríe—. Aunque quizás te quitabas la mordaza, así que tampoco me podía arriesgar, pero... ¡Nah! Fue más porque me pareció divertido.

Se aproxima a la cama y de un momento a otro se sube sobre mí, mueve un poco mi cabello, para luego chuponearme allí.

—Umm... —Muevo mis piernas—. ¡Hum!

—Ay, no te enfades. —Acaricia mis muslos y me excito—. ¿Mejor?

Lo observo enfadada y sonrojada.

—Tranquila, guerrera, no te iba a atacar. —Se relame los labios, luego juega con la mordaza en mi boca—. ¿Debería quitarla? ¿Saldrá humo de nuevo?

No sé de qué habla, pero asiento.

—Ok, no te la quito. —Se ríe.

—¡¡Mm!! —intento gritar.

¡¡Maldito, infeliz, si me entendiste, sácame esta cosa!!

—¿Qué? ¿Qué dijiste? ¿Te quieres quedar ahí? —se burla—. Sí, yo también creo que te queda muy bien ese camisón.

Suspiro, cansada, no pienso seguirle el estúpido juego. Muevo mi cara a mirar para otro lado.

—Adara... —habla en el tono que me gusta, entonces me sonrojo. Toma mi barbilla, así que me hace verlo. Es la mirada seria de A—. Entiende, debemos estar seguros de que no va a salir humo de tu boca, pero tú debes prometer que no te quitarás la mordaza.

Asiento, despacio.

—Muy bien —susurra.

Mi pecho sube y baja cuando decide aplastarme otra vez. Mis mejillas arden cuando su mano se desliza por todo mi cuerpo, en un jugueteo, para llegar hasta las cuerdas de mis muñecas.

—Me da tanta lástima desatarte, haríamos más cosas sucias. —Sonríe un poco—. O como dirías tú, cosas estúpidas.

Giro mi vista hacia un costado, sintiendo calor, mientras tira del nudo de la soga para que se suelte, despacio. Una vez estoy libre, nos sentamos. Muevo mis muñecas adoloridas, entonces visualizo a un costado mi cartera. Actúo rápido, me levanto de la cama. Acto seguido, agarro mi bolso y saco la daga de allí.

—Adara, por favor, no hagas esto, te vas a lastimar —advierte, serio.

Dos traiciones en una noche y salvada por mi propio cuerpo, yo creo que estoy en lo correcto de desconfiar. Casi termina el tatuaje que le pedí expresamente que no hiciera y encima me ata. Sí, me encuentro en todo mi derecho de largarme de aquí.

—Te lo conté —aclara, tranquilo, percibiendo lo que estoy pensando—. Fui sincero, así que baja eso.

Hago una señal como de que me voy a ir.

—No es necesario, estamos bien, ¿verdad? —contesta a mi gesto. Dudo, entonces bajo el arma—. Muy bien. —Se levanta de la cama y se aproxima hasta mí, luego agarra la daga, tirándola a un costado con fuerza—. Te la voy a quitar, ¿de acuerdo? —Sonríe—. Pareces una fiera.

Intento no explotar, entonces me desata la mordaza. Nada sale de mi boca, así que él mantiene la sonrisa, sin embargo, no formulo palabra. Tardo un poco hasta hacerlo, pues un silencio permanece en la habitación.

—No sé qué voy a hacer contigo, Cainán Done, eres un peligro para mi estabilidad emocional —murmuro, molesta.

—Puedes besarme.

Agarra mi rostro, tocando mis cabellos con ambas manos, entonces une nuestras bocas, en un beso dulce y amargo, pues para mí él es eso en este momento. Una ráfaga de dos vientos que chocan y generan una tormenta que trae de todo, como confusiones, diferentes sentimientos y un sinfín de lluvia.

Para algunos la lluvia es tristeza, para otros es felicidad, creo que para mí se ha convertido en una mezcla, una mezcla totalmente explosiva. 

Amé la explicación de los sentimientos que tiene Adara sobre Cainán 💖

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Amé la explicación de los sentimientos que tiene Adara sobre Cainán 💖

Saludos, Vivi.

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