16: Pistas equivocadas

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Adara

Mi celular suena de manera incesante, mientras yo me remuevo en la cama. No es mi despertador, es una llamada, sin embargo, estoy tan a gusto que me tardo en agarrar el móvil. Creo que es de la comisaría, no reconozco el número, debe ser un interno. Me rasco la cabeza, me inclino y recién pongo el teléfono en mi oreja.

—¿Sí?

—¡Hola, soy Triana, tu compañera! ¿Me recuerdas? —habla de manera tan efusiva que me desespera, pues acabo de despertar—. La hermana adoptiva de Elerick... ¿Hola?

Elerick.

Cierto, ayer fue una noche muy extraña y perturbadora. Puedo constatarlo porque desperté en este cuarto. Es seguro que no fue una pesadilla, ya no puedo negarlo más, Cainán es un demonio. Me pregunto si esta chica también lo es, aunque dijo adoptiva, repite mucho eso. Un poco curioso que lo resalte. Todavía puedo recordar los ojos de B, acechándome, y el beso de A...

—¿Hola? —insiste.

—Sí, lo siento. —Reacciono—. ¿Qué decías?

—Murieron unos campistas anoche, cerca de la mansión del señor Cainán Done, nuestro sospechoso.

Otros muertos, y esta vez es más de uno.

—Yo... —No quiero saber nada más de esto—. ¿Me puedes hacer un favor? —le pido.

—Claro, te escucho.

—Estoy depositando mi confianza en ti, no me falles —asevero.

—Claro, maestra.

Cainán B

Hay una cinta de precaución alrededor de una escena del crimen, que yo no cometí. Qué gracioso, esa pudo haber sido mi cena. La policía está rodeando la zona del bosque, y los presentes me ignoran cuando me ven. Lo bueno es que ya comí anoche, pero esta masacre es pasarse.

«¿En serio?», se pronuncia A.

Me río, ya que tiene razón, sí soy capaz, él es el precavido. Avanzo, pasando los pastizales y algunas hojas. Hay bastantes arbustos, pero puedo rodear el lugar. Frunzo el ceño al visualizar a Elerick, el cual mira la escena desde lo lejos.

«No hagas ningún desastre».

—Cállate. —Refunfuño.

«Es obvio que no fue él. Además, siento que conozco a estos campistas, no tiene sentido».

Las teorías de A me dan curiosidad, pues a mí me ocurrió lo mismo con la tal Lucila y el hombre de la cabaña. Como sea, solo me importa partirle la cara a Elerick de una vez por todas, así que desactivo a mi otro yo, antes de que se queje por mis acciones, con las cuales no está muy de acuerdo.

—¡Hola, hola! —Sonrío, levantando la mano, al aproximarme al moreno—. ¡A dice que no fuiste tú, pero ya sabes como soy...! —Me acerco a gran velocidad y lo agarro del cuello, empujándolo contra un árbol, donde los humanos no nos vean—. Será bien placentero, cortarte la cabeza.

Elerick sonríe, tranquilo, lo que me irrita más.

—¿No eras la personalidad carismática?

—No para el que me cae mal —farfullo.

—¿Y yo qué te hice?

—Ser raro y decir que te gusta mi sangre, ¿te parece poco?

—No confundas mis palabras, dije que me gusta ver sangre, no es lo mismo. Por eso es que tú y yo nos podríamos entender mejor. A es más pacífico, no como nosotros.

Tú y yo paranormalWhere stories live. Discover now