11: Cosas básicas

222 41 6
                                    

Adara

Un poco de café para combatir la jaqueca que me ha dejado no poder dormir. Me gusta esta cafetería, es linda. Está a unas cuadras de donde me hospedo. Tiene bonitos decorados rústicos y colores pastel, predomina el rosa. Me agrada porque es un poco alejado de la sensación que me ha estado dando Norville estos últimos días.

Se escucha la campanita de entrada a la tienda, entonces visualizo a Cainán. Me sorprendería por reconocer a A, ya que el que me persigue es B, pero ya estoy cansada de asombrarme por todo.

No me importa quién seas, Cainán Done, ya no quiero prestarte ni un segundo más de mi tiempo, después de lo ocurrido en aquella cabaña. Además, no tengo permitido ir a ese sitio otra vez, el jefe me lo prohibió. Me disgusta porque no puedo trabajar así.

¿Qué hago yo tomando café cuando debería estar bebiéndome un wiski? Ah, sí, mi dolor de cabeza se sentó a mi lado. Curioso, se tardó un poco. Aunque, en realidad, no me impacta, como ya dije, es A. No aborda a la gente tan rápido como el otro intrépido.

—Primero quiero disculparme —empieza—. No debí haberte dicho cosas tan extrañas.

—¿Qué... cosas? —Mantengo la mirada al frente.

—Ser alguien sobrenatural.

—Ah, eso, no importa. —Tomo un sorbo de mi taza—. Sé que tienes un trastorno de personalidad, así que lo comprendo.

La verdad no, y estoy ofendida.

—¿Estás enfadada porque crees que te consideré fácil?

Quedo en shock.

—¿Disculpa? —Giro mi cabeza a observarlo.

—Sí —afirma—. Te molestó que pensara que tengo influencia sobre ti.

Me sonrojo.

—Yo...

—Está bien, quería convencerte de quedarte en la cabaña, pero no lo logré, así que volví a ser B. Perdóname por intentar usar tus sentimientos contra ti. —Permanece con el gesto frío, con aparente inexistencia de emoción—. Lo lamento mucho.

—Me quisiste manipular.

—Por eso, lo siento —insiste.

—No te perdono. Además, no quiero hablar del tema. Necesito terminar este caso y largarme de aquí. Tú solo eres un sospechoso, testigo o lo que sea, pero ya no me interesa saberlo.

—Señorita Kyleth. —Pone su mano sobre la mía.

Alejo mis dedos para concentrarme en mi café.

—Estoy harta de sentirme perseguida, déjame en paz.

Se hace un silencio, luego se pide un café. Lo intento ignorar lo más que puedo, pero continúa aquí. No me queda otra que observarlo, entonces alza sus ojos avellana hacia mí.

—¿Quieres decirme algo? —consulta.

Trago saliva.

—No tengo sentimientos por ti —le aclaro, después me levanto, dejando dinero en la barra, para retirarme de la cafetería.

Como es de esperar, me sigue. Va detrás, como acechándome, así que al final, antes de llegar a la esquina, me detengo. Suspiro, luego me doy la vuelta a mirarlo.

Cansada, termino preguntándole:

—¿Qué quieres?

—Conocerte más —dictamina.

—¿Por qué? —Frunzo el ceño.

—No sé quién eres.

Enarco una ceja.

—¿Disculpa?

—Señorita Kyleth, me han entrado dudas sobre usted. Me he dado cuenta de que ha permanecido mucho en Norville. Normalmente, la gente común, se va de aquí, se cansa. Es raro, pero no me había percatado de ello.

—Estoy cansada, pero no sé a qué te refieres.

—Ya veo —se limita a decir.

—¿Qué quieres saber?

—Cosas básicas. Tal vez estoy equivocado, aunque... —Hace una pausa—. ¿Tienes padres?

—Mi madre murió, mi padre ni idea.

—¿Qué te gusta comer? —consulta sin más.

—Bichos por supuesto que no —recuerdo con desagrado.

Quiere reír, sin embargo, se aguanta.

—Siento eso.

Sonrío.

—¿De verdad vamos a hablar de trivialidades en esta esquina?

—Sí, ya que me estás evitando.

—Tienes razón. Además, la última vez que tuvimos una cita, no salió muy bien. Prefiero seguir evitándote. ¿Terminamos el cuestionario absurdo? Yo soy la detective, debería ser la que hace el interrogatorio.

—Entonces pregunta —sugiere.

—No, gracias, me centraré en la escena del crimen, ya pasé demasiado tiempo contigo, necesito mi espacio.

—Está bien, le diré a B que no te moleste por un tiempo.

—Gracias.

Tú y yo paranormalTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon