20: Carta de bienvenida

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Adara

No tengo idea cómo terminé tomando té con el hombre que me mandó a secuestrar por la mafia, y él tan campante, bebiendo como si fuera humano. No entiendo qué le ve Triana a este sujeto. Levanto el celular, dispuesta a llamar al otro traidor, porque sino no saldré con vida de este recinto. Espero a que me conteste la llamada y me mantengo sentada en uno de los almohadones de la habitación de Elerick, en frente de la mesa baja, en la que me acompañan el demonio y su esclava. Tantas tonadas me exasperan, pero al fin me atiende.

—¡Ay, conseguiste un teléfono! —expresa emocionado el evidente de B—. ¡Estoy tan feliz de que me llamaras!

—Necesito un favor —gruño.

—¿A mí? ¿Un favor? Uh, no sé.

—Da igual si eres tú o A, revisa ese rastreador y fíjate donde estoy.

Hace un silencio y al fin contesta.

—No me gusta el tono en el que me hablas.

—Necesito que me vengas a buscar al clan de Elerick, él dice que no puede garantizar mi supervivencia, ya que le sería imposible avisarles a todos los demonios que hay aquí, así que debes venir a buscarme.

Hace otro silencio que parece interminable.

—Deberías morirte ahí, serías un problema menos.

—¡¡Creí que te interesaba!! —chillo.

—Sí, pero te lo mereces, por descuidada. ¿Quién te manda a meterte ahí? Exacto, tú solita.

—Quiero hablar con A —digo molesta.

—Si yo te dije esto, él piensa igual. ¿Cuántas veces debemos decirte que somos el mismo?

Bufo.

—¿Entonces me vas a dejar morir aquí? —expreso en shock.

—Puedes decirles que les darás indigestión y problema resuelto.

Me corta la llamada, bajo el celular y me quedo quieta un momento, hasta que reacciono cuando Elerick me observa, regalándome una sonrisa.

—No te preocupes, vendrá —me aclara el moreno.

Frunzo el ceño.

—¿Cómo sabes?

—Te busca tanto que sería imposible que no viniera. Además, no creo que vaya a permitirse que otro te coma, cuando él es el que desea hacerlo. Es como cuando tienes un manjar ante tus ojos y lo escondes porque no lo quieres compartir.

Me agarra un escalofrío.

—No me hables como si fuera un trozo de carne.

—Lo eres, más para un demonio. —Hace una pausa—. Aunque no deberías preocuparte por mí, tengo gustos exquisitos. —Se come una uva, pero me doy cuenta de que en realidad es un ojo.

Me agarra una arcada, así que tapo mi boca.

—Te acostumbras —dice Triana, la cual se mantenía callada en toda la conversación—. No es tan malo.

Desciendo mi mano.

—¡No digas cosas estúpidas, vas a morir! —le recrimino.

—Lo sé.

—¿Estás bien de la cabeza? —pregunto con molestia.

—No te enojes con Tity —aclara Elerick—. Ha vivido mucho tiempo conmigo, casi podría decirse que nos criamos juntos.

Tú y yo paranormalWhere stories live. Discover now