24: Seamos sinceros

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Adara

Escucho unos truenos y noto las luces de los relámpagos. Doy vueltas en la cama hasta que oigo uno muy fuerte, así que abro los ojos de manera abrupta, entonces me doy cuenta de que no está lloviendo. Una maldita pesadilla otra vez.

Me levanto de la cama, entonces me dirijo a la habitación en donde está Akil, duerme junto a sus niños. ¿Cómo puede ese ser de luz ser un demonio? Quizás yo lo sea, ya que lo termino despertando, dando unos golpecitos en la puerta. Mi ex se inclina un poco al abrir los ojos, así que termina por consultar sobre la interrupción de su sueño.

—¿Qué sucede?

—No puedo dormir. —Remojo mis labios—. ¿Los puedo acompañar?

Se queda un rato, observándome, como analizando algo, luego me hace un espacio. Sonrío, entonces me acomodo con ellos, él cierra los ojos. Vuelve el silencio, pero yo lo termino rápido, así que debe abrirlos.

—Akil...

—¿Sí? —consulta.

—De verdad pareces humano —acoto, luego miro a los niños que duermen plácidamente—. Ellos también.

—Son garrapatas.

Me cubro la boca para no reír.

—¿Cómo puedes hablar así de tus hijos? —Bajo mi mano y me pongo seria—. ¿No te da vergüenza?

—Tú también eres una garrapata —se burla.

Le doy un golpecito en el pecho.

—No seas malo.

—Soy un demonio —me recuerda.

—¿Comes carne humana?

—Probablemente.

—¿Quién los cuida? —Miro a los niños—. Si no les prestas atención, ¿atacan gente?

—Tengo a alguien que los vigila cuando no estoy, pero, normalmente, hasta la adolescencia, un demonio no consigue su propia comida.

—Ya veo. —Vuelvo mi vista a Akil—. Esto es tan raro.

—¿Y no tienes miedo?

—¿Quién puede tenerte miedo? Eres un pancito —me burlo.

Sonríe.

—¿Y Cainán?

—¿Por qué lo metes en la conversación? —gruño.

—Oí que te volviste muy cercana a él.

—¿Y te molesta? —indago.

—En absoluto.

Bufo, dejo de estar de costado, apoyo mi espalda completa en el colchón y miro hacia el techo.

—Sospecho que nuestra relación no fue importante para ti, y no quieres mover un dedo para recuperarme.

—¿Por qué querrías volver con un demonio? —pregunta, tranquilo.

—Cainán también es un demonio —le recuerdo—. Aunque él quiere comerme.

—¿Y yo no?

—Sinceramente, no tengo idea. —Hago una pausa—. ¿Quieres comerme?

Tú y yo paranormalWhere stories live. Discover now