7: No es un beso

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Adara

No me había dado cuenta de lo rústico y lindo que es Norville. Tiene arroyos, pasto en cada sitio y casas muy lugareñas. Sí, claro, también tiene zonas más modernas, pero hay más cantidad de vida silvestre que edificios, por ejemplo.

Me hace sentir rara, estar caminando con Cainán. Aunque no lo admita, creo que nos llevamos mejor. Hablo de A, por supuesto, sobre B es más complejo todavía. Me ha mostrado museos, vimos tiendas y ahora avanzamos por el parque. Su coche ha quedado a unos pasos de aquí, así que estamos volviendo. Considero que Norville es más grande de lo que pensaba y de alguna manera me gusta más.

—Si la gente no fuera tan reacia con los de afuera, vendría a vacacionar cuando termine mi investigación.

—Si yo fuera de la ciudad... —Hace una pausa—. No visitaría Norville.

—Deberías, allí hay muchos como tú, les sienta bien este tipo de sitios.

—Lo dudo —dice, fríamente—. No hay nadie como yo.

Me río.

—Cuánto ego, creí que eso sería algo que diría B. —Me detengo—. ¿Está hablando B? —Lo miro fijo.

Deja de caminar también.

—No —expresa, cortante.

—Bueno, yo hablaba de tu personalidad, ¿tú de qué hablabas?

—También.

Enarco una ceja.

—¿Mientes?

—¿Por? Todas las personas somos distintas, solo tenemos cosas en común.

—Creo que intentas arreglar tu errata —opino.

—¿Cuál?

—Es cierto que las personas somos diferentes, pero creo que no hablabas de ello, ¿o me equivoco?

—¿Y de qué estamos hablando entonces?

Ni yo lo sé.

—Eh... pues... —Me avergüenzo—. Solo sentí que no fuiste sincero.

—¿Ese es tu entrenamiento policial?

Vuelvo a reír.

—¿Leer los gestos? No haces muchos, y no, no me especialicé en ello. Seamos sinceros, sería muy mala.

—No lo parece.

¿Eso fue un halago?

—Gracias. —Sonrío.

—Sigamos. —Avanza y lo sigo.

Mientras caminamos, voy detrás de él. Me fijo en su espalda ancha y lo alto que es. Debe tener músculos, estoy segura de que hace ejercicios. Se viste como un señor de negocios, con su camisa blanca y chaqueta negra, usa corbata, pero se nota que el trabajo no es lo único que hace. Aunque si tengo en cuenta a B, él va más desaliñado, tendría los botones de arriba sueltos y, seguramente, utiliza el gimnasio. Habría que agradecerle si es así.

¡Dios! ¡¿En qué estoy pensando?!

—Este tipo de bares le gustan a B. —Reacciono al ver un cartel—. ¿Qué haces aparte de estar en la aseguradora?

Se detiene en aquella vereda. Ya hemos salido del parque, faltan unas cuadras para llegar al coche. Hay tanto silencio que me freno también, pero no lo alcanzo. Cainán se gira, entonces veo que me regala una sonrisa amigable.

—Y yo creyendo que pensabas en mí.

—B —susurro al identificarlo.

—¿Decepcionada? —Mantiene la sonrisa—. Me pregunto qué harías si te dejo por aquí sola, seguro te pierdes.

Tú y yo paranormalWhere stories live. Discover now