|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo.»
Tras años retrasando el momento, Alina Hazelwood debe enfrentarse a sus mayores miedos entrando...
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—¿ASIQUE ESA VIEJA CHISMOSA HABLÓ SOBRE TI Y EL MARIDO DE KATE BRIDGERTON?
La pregunta de Popy casi consigue que se atragantase con su te de por la mañana.
—No, abejita—la corrigió Amy con dulzura—. No hablaba del vizconde, sino de su hermano menor. Benedict.
El simple nombre del chico la estremeció de pies a cabeza.
—¿Queréis más te?
—Ese chico... Benedict... ¿Os gustabais?
—Popy Maleworm, suficiente—sentenció Alina frunciendo el ceño. Luego vio como los ojos de la pequeña se suavizaban y se sintió mal—. Perdóname, abejita. La relación entre Benedict y yo era complicada antes y lo es más aún ahora.
Amy se levantó de su asiento y le acarició el hombro a Alina en señal de apoyo.
—Popy, ¿puedes buscar a Lady Danbury? Creo que me dijo que te enseñaría su jardín privado lleno de flores preciosas.
—¿Hay girasoles?
—Cientos. Casi miles.
—¡Genial!
Cuando la joven Maleworm se fue del salón, dejando a las más mayores juntas, Amy se sentó junto a Alina con una mirada de escepticismo.
—Así que ese es el chico del que he oído hablar día y noche...
Alina rodó los ojos y miró a su amiga.
—Mis sentimientos por Benedict han cambiado—resolló ella—. Ya se acabó esa época.
—Oh, vamos... ¿Porque eres así?—inquirió Amy.
—No es que esperara que me escribiera todos los días, pero... No sé. Pensé que Benedict me escribiría. Y no lo hizo—murmuró ella abriéndose muy sinceramente con la rubia—. Junto a Edgar y Danbury, es el único que sabe realmente a dónde me marché huyendo a Nueva York. Y me prometió... No sé. Pensé que no se olvidaría de mí. Y me ha estado ignorando dos años. ¿Y ahora prentende que todo sea igual? Lo siento, pero tengo un orgullo y le va a costar más de lo que cree que lo perdone. Porque es lo único que puedo hacer por él: Perdonarlo. Volver a lo que teníamos, eso es imposible.
Los recuerdos de lo besos furtivos bajo la luz de la luna, llenos de promesas y secretos, aún la perseguían. Esos momentos habían sido tan dulces como peligrosos, y ella no podía permitirse caer en la misma trampa otra vez.
Agradeció no haber pasado a cosas más importantes que unos besos, pero de igual forma, estos bastaban para romper su honra y su reputación.
La sociedad en la que vivía era implacable; una sola indiscreción podía arruinar su reputación impoluta y perfecta, la cual era esencial para encontrar un marido que la desposara y asegurara su futuro. Cada vez que veía a Benedict, sentía una mezcla de anhelo y temor. Su corazón quería acercarse, pero su mente sabía que debía mantener la distancia para preservar lo que tanto le había costado mantener: Una imagen intachable.
