|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo.»
Tras años retrasando el momento, Alina Hazelwood debe enfrentarse a sus mayores miedos entrando...
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TODO PARECÍA EXACTAMENTE IGUAL QUE LA ÚLTIMA VEZ QUE RECORRIÓ AQUELLAS AVENIDAS, pero, al mismo tiempo, se le hizo extraño el entorno que la rodeaba, como si ya no perteneciera a aquel lugar.
Alina observaba a través de la ventana del carruaje mientras este avanzaba por las calles de Londres. Sintió emoción y nostalgia al ver las calles adoquinadas, parques y jardines de la zona rica de la ciudad y la gente paseando por las aceras.
Cada detalle evocaba recuerdos enterrados en el pasado mientras se asomaba por la ventana como una colegiala estúpida e infantil. Se sentía como una espectadora en su propia vida, observando desde la distancia cómo todo seguía su curso sin importar su ausencia...
—Huele demasiado a excremento de caballo—rezongó Popy apretándose la nariz con una mueca de asco plasmada en su joven rostro.
Amybeth, a su lado, le dio un tortazo en la rodilla para que la niña soltara un quejido llamando su atención.
—No te quejes. Que estamos aquí por bendita suerte—murmuró la rubia con reproche. Luego olfateó un poco la nariz por la ventana entreabierta del carruaje y fue ella la que puso una mueca de asco—. Maldita sea. Si que huele terriblemente mal.
Alina sonrió al ver a sus amigas empezar a familiarizarse con el entorno londinense.
—Esto no es nada. Algún día os llevaré a Buclinekcs's Side o a las carreras de caballos y veréis lo que es el auténtico hedor animal.
Popy se reclinó en su asiento y le agarró las manos con sus ojos brillando de ilusión.
—¿En serio? ¡Que divertido! Nunca he visto una carrera de caballos.
—Yo solo espero que tu madrina nos reciba con algo de brandy o champagne—pidió la rubia mayor estirazándose en su asiento.
—Lady Danbury odia que beba esas cosas... Ella es más de wisky irlandés—murmuró Alina haciendo memoria y guiñándoles un ojo a ambas.
Entonces entraron en el centro de Londres y Alina siguió mirando por la ventana pensando en que motivo la traía de nuevo a su país natal: Debía de ser algo muy serio lo que Lady Danbury tenía que contarle como para conseguir que le dieran en Ivermoly House el permiso de la directora del colegio de señoritas, la señora Valuntia Bell, para salir fuera de la institución.
Como único requisito para salir fuera de Nueva York, Alina había solicitado que Amybeth y Popy pudieran ir con ella. Estaba segura de que Lady Danbury no conseguiría un permiso para sus dos amigas, pero, como muchas veces, subestimó a la anciana y vio que su madrina había conseguido otros dos permisos especiales para sus amigas. Obviamente aquella petición era por un motivo de peso que solo las tres conocían y no por mero capricho, pero aún Alina no sabía si debía informar a Lady Danbury de esas razones o simplemente no decir porque tuvo la insistencia de sacar a sus amigas de aquel colegio.
