|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo.»
Tras años retrasando el momento, Alina Hazelwood debe enfrentarse a sus mayores miedos entrando...
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BENEDICT ERA UN HIJO MODÉLICO.
(La mayoría del tiempo, si era del todo sincero.)
Lo cierto es que beber más de la cuenta era uno de sus gustos culposos en los que siempre caía. Pero aquella vez, no fue la resaca del día siguiente lo que lo atormentó, ni la cara de diversión de sus hermanos, ni la extraña sensación de cansancio que lo tenía dando cabezazos por el hecho de haber estado festejando el compromiso hasta tarde tras volver de la fiesta de Colin con Penelope la noche anterior.
Lo que lo tenía atormentado era, precisamente, sus actos y palabras de la noche anterior. En concreto cuando iba de vuelta a casa en el carruaje de Lady Danbury con ella, Amy Loots y Alina Hazelwood.
Le habló de las cartas. Pero sin mencionárselas y sin darles una respuesta concreta en realidad.
Desde que Alina había vuelto a casa, él deseó hablarle de las cartas que nunca tuvieron despuesta, pero no de la forma en la que lo hizo.
No borracho.
No así.
—Por Dios...—se frotó los ojos abrumado mientras se dirigía al salón con la gran mayoría de su familia. Intentó obviar el hecho de que solo estaban los más pequeños, Eloise y su madre antes de tomar asiento—. ¿Y Francesca y Colin?
—La primera dando un paseo con Lord Kilmartin y el segundo viendo el salón de actos donde quieren celebrar la ceremonia con Pen—fue Eloise la que le dio esa respuesta enfurruñada, a lo que Benedict frunció el ceño incomprensiblemente.
—¿Que te pasa con Penelope? Deberíais de arreglarlo.
—Hermano, tú no me dices como tratar a Pen y yo no te digo como tienes que tratar a Alina, ¿cierto?
La sonrisa de Benedict se borró de un plumazo.
—¿Qué os ha pasado?—preguntó Eloise tratando de usar las palabras adecuadas con cautela—. Ya no sois vosotros.
Benedict miró hacia otra parte.
—Bueno, hermana. Han pasado dos años de ignorancia pura y dura entre los dos.
—¿Y aún así puedes hacer como si nada? ¿Puedes fingir ser su amigo?
El segundo Bridgerton negó.
No. No podía. Pero era mejor eso que estar todo el rato discutiendo cuando se veían el uno al otro.
A veces interpretar un papel para no parecer idiota no estaba tan mal.
Al día siguiente, decidió salir a dar un paseo por los alrededores de Groverson Park y encontró a Amy y Popy dando un paseo. La pequeña iba pululando con un vestido amarillo crema con una cometa que le sonaba bastante y la rubia con un vestido azul suave con una sombrilla para el sol.
