|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo.»
Tras años retrasando el momento, Alina Hazelwood debe enfrentarse a sus mayores miedos entrando...
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HABÍA QUEDADO CON LORD FOSTER A TOMAR EL TÉ Y SE SENTÍA ABSURDA Y DESASTROSAMENTE MAL.
Aún no le debía nada a ese hombre, pero Harry Foster era una buena persona que no merecía que jugaran con sus sentimientos. Y haber besado a Benedict después de todo era bastante indecoroso, desgarrador y brutal para su subconsciente.
—¿A dónde vas?—le preguntó Amy colocándose los guantes de salir.
—A tomar el té con Harry.
Amy disparó una de sus cejas rubias hacia el cielo y ella resopló.
—¿Qué?
—No he dicho nada.
—Esa cara me lo dice todo.
Amy la miró con ojos suaves y alzó la barbilla.
—Entonces ya sabes lo que opino sobre todo esto.
Alina estuvo apunto de decir algo de lo que podría arrepentirse cuando una doncella apareció en el salón con Lord Foster a su lado. Llevaba un ramo de girasoles en la mano y una sonrisa resplandeciente de las suyas.
Pero sus flores favoritas eran los lirios de...
—Buenas tardes, Lady Hazelwood. Lady Loots, es un placer verla.
—Buenas tardes, Harry. ¿Nos vamos?—Alina se colocó un tocado rojo sobre la cabeza y agarró el brazo del rubio antes de mirar a Amy de espaldas y con cara seria.
—Claro. Hoy voy a llevarla tras el te a uno de los lagos más preciosos de la ciudad. Y tal vez...
Y Harry siguió parloteando sobre quién sabe qué y Alina fingió escucharlo con toda la educación que pudo idear su cerebro trastornado.
Tomaron el té en una reconocida cafetería de la ciudad y luego anduvieron hasta los lagos de Groverson Park con una conversación inexistente. Alina tenía la cabeza puesta en las nubes del cielo, intentando encontrarles formas y figuras reconocibles para distraerse, y el hombre que le acompañaba permanecía sosteniéndola con una sonrisa genuina.
—La noto hoy algo dispersa, Alina. ¿Le ha ocurrido algo recientemente?
Ella tragó saliva y forzó una sonrisa.
—Mis disculpas, mi Lord. No me encuentro hoy con la predisposición para hacer alardes de vitalidad que en realidad no siento—se disculpó ella con la mirada—. Y no. No ha pasado nada últimamente.
Era una mentira tan grande como Londres en sí misma, pero Alina era lo bastante buena actriz como para no preocuparse porque Harry lo notara.
Fue entonces cuando la Hazelwood notó como el chico le soltaba el brazo y se quedaba un poco rezagado detrás de ella.
