03. PASADO

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Seguía mirándome, fijamente. De la ventana, se fue al sofá.

— Pues cuando tenía 10 años, mi padre decidió irse a vivir la vida por su lado. Un día, cuando nos levantamos, encontramos una nota en la que ponía: "Adiós" y firmado por él mismo — hizo una pausa como si pensara lo que iba a decir a continuación — Al principio pensamos que era una broma... Pero al no volver supimos que nos había abandonado — se encogió de hombros.

Me sorprendió la manera en como contó la historia. No parecía ni una pizca de triste ni de preocupado.

— Lo-lo siento — el hizo un gesto con la mano quitándole importancia.

— Bah, no le echo de menos. Y seguro que él a mi tampoco. Haber, se nota que no estamos la familia al completo, pero podemos vivir con ello... — Yo solo asentí — Te toca.

— Pues... Mi madre falleció en un accidente de coche — respiré hondo para evitar las ganas de llorar — Yo también iba en ese coche, pero al ir atrás... — hice una pausa — Estuve 4 meses en coma... — levanté la cabeza y le miré a los ojos. Los míos se cristalizaron pero luchaba por no derramar ninguna lágrima.

César se levantó, se volvió a sentar a mi lado y me abrazó. Yo le correspondí el abrazo. Después de unos minutos me separé de él.

— Cuando me desperté del coma, me esperaba la noticia que me marcaría de por vida — hice una pausa — Cuando me lo contaron quería esconderme en lo más profundo del universo y que nadie me pudiera encontrar...

No dijo nada. Solo me cogió de la mano y la acarició con su pulgar — Debes de haberlo pasado fatal...

— Pues si... — Respiré hondo — Pero no quiero volver a recordar eso. Ahora quiero mirar hacia el futuro — Baje la vista hacia nuestras manos — aunque no será lo mismo sin ella... — dije en apenas un susurro.

— ¿La echas de menos? — preguntó él con un tono de voz serio y preocupante.

— Demasiado — respondí con la voz quebrada. Él me volvió a abrazar sin soltar mi mano.

Cuando la muerte de mi madre todo el mundo sintió lástima por mi y por mi padre. Eso lo odiaba. Andar por los pasillos del colegio y del instituto y que te dijeran cosas como "lo siento muchísimo", "tiene que ser muy duro" o "aquí me tienes para lo que necesites". Durante unos años dejé de ser invisible para todo el mundo, pero todo se acaba.

Un ruido proveniente del bolsillo de la chaqueta de César hizo que los dos nos separásemos.

Este cogió su movil y contestó a la llamada.

— ¿Si?... ¿Que pasa?... Esta bien... En 10 minutos estoy — y colgó — Debo irme — dijo con voz firme. Yo asentí.

Me levanté de la cama pero una idea vino a mi. Me crucé de brazos y le mire con una sonrisa malvada. Él se dio cuenta y frunció el ceño. Se encogió de hombros y salió por la puerta.

A mitad del pasillo de paró en seco y se giró. Yo seguía en el mismo sitio.

— ¿No me vas a acompañar? — preguntó sin dejar de mirarme a los ojos.

— ¿Debería? — dije arqueando una ceja.

— Igual me pierdo — contestó encogiéndose de hombros.

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