36. EL PROBLEMA ERA ÉL

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Hay corazones que permanecen intactos mientras que otros están congelados y llegan a romperse con apenas una ráfaga de viento.
— Human

Caminaba todo lo rápido que podía. No se si se veía pero creo que me salía humo por las orejas. En estos momentos sería capaz de pegar un puñetazo a una pared y romperla.

Llegué a su cabaña y abrí la puerta de golpe. Entré y miré a todos lados. Entonces vi a César tumbado en el sofá. Me miraba extrañado.

— ¿Por qué, eh? — se levantó del sofá — ¿Por qué me mentiste? — me acerqué a él con intención de empujarle y descargar mi ira.

— ¿Qué?

Vio mis intenciones y entonces me agarró por las muñecas para que no pudiera hacer nada.

— Sabes perfectamente a lo que me refiero — luchaba por soltarme pero no podía — Dime eh, ¿por qué?

Al principió no sabía de lo que hablaba pero se acordó cuando su semblante se volvió serio.

— Cristina — dijo en bajo para si pero lo pude oír.

— Sí, Cristina. Ahora responde.

Apretaba los dientes. Nunca había estado tan enfurecida.

— No tenía por qué contarlo.

— ¿Ah no? ¿Y si te da por hacérmelo a mí? ¿Qué?

Bajé mis brazos para soltarme de su agarre.

— No te iba a hacer nada parecido. Lo juro — contestó. No le creía.

10 MINUTOS ANTES

— No querrás saberlo — dijo Cristina con intención de irse pero la frené.

Pareció cambiar de opción.

— ¿Qué? ¿Acaso César te contó que yo era una perra? ¿O que cortamos porque yo le puse los cuernos? — dijo ella.

Miré al suelo analizando lo que acaba de decir.

— ¿Acaso no es verdad? — pregunté.

— No, querida. Yo era más fiel que un perro a su dueño pero claro, aquí las verdades se maquillan, y mucho — contestó — Aquí el problema era él.

Hubo un momento de silencio. ¿Acaso me mintió con eso? ¿O es ella que quiere hacernos pelear más?

— ¿Eso es verdad?

— ¡Por supuesto! — dijo elevando los brazos y dejándolos caer — Él no era así. Era mucho peor.

— ¿César? ¿Hablamos de la misma persona? — asintió.

Esto no puede ser verdad.

— Todo fue al revés. Él salía de noche y volvía de madrugada, muchas veces sin acordarse de lo que había hecho. Tenía amistades como él, malas influencias. Se divertía y se olvidaba de mi — parecía que su voz se iba a romper en mil pedazos. Fue ahí cuando me percaté de lo que contaba no era mentira — Un día, me dio por seguirle por la noche y entonces me encontré con lo que hacia. Él era el que me ponía los cuernos a mi — se señaló a si misma — Y se percató de mi presencia pero siguió.

Se alejó un poco de mí.

— Le di otra oportunidad, porque le quería... — hizo una pausa. Se pasó la mano por el pelo despeinándolo — Fui una idiota... Como esperaba la desaprovechó y ahí fue cuando me rompió el corazón...

InvisibleWhere stories live. Discover now