Entré en mi cabaña y cerré la puerta a mis espaldas.
— Escucha, rubita — dijo Cristina nada más darme la vuelta.
— ¿Por qué todo el mundo se empeña hoy en llamarme así? — pregunté elevando las cejas.
— No me importa — dijo — Abre los oídos porque solo lo voy a decir una vez, ¿entendiste?
— ¿Al menos podré sentarme? — se apartó para que lo hiciera — Gracias — dije sonriendo exageradamente.
— El favor... Bueno, será la semana que viene, específicamente el martes.
— ¿El primer día que lleguemos? — me asesinó con la mirada — Perdona por querer entenderlo bien, jefa — añadí irónicamente.
— Como iba diciendo — hizo una pequeña pausa — Tendremos que salir de allí sin que nadie nos vea. No te preocupes por eso, a donde vamos a ir solo hay una reja que podremos saltar — dijo rápidamente.
Como si eso me ayudara. Y... ¿cómo sabe ella eso?
Volvió a hablar — A las once de la noche tenemos que estar en New York.
— Es una hora en coche.
— Si, ya lo sé, por eso iremos a las 10. ¡Y cállate ya! — soltó un suspiro — Si todo va bien volveremos al amanecer.
— ¿Si todo va bien? — repetí la frase remarcando cada palabra — ¿Y qué pasa si no sale así?
— No quieras saberlo — negó — Tú solo vístete con poca ropa. Que parezca que te va el rollo fiesta y todo eso — dijo haciendo aspavientos con las manos.
— ¿Cómo tú? — ella asintió pero no debió de darse cuenta de que eso no era un cumplido — No me gusta por donde va esto. No se porqué acepté.
— Porque al fin y al cabo eres mi hermanastra y vamos a tener otra en común — eso me recordó a que debería de llamar a mi padre — Y las hermanas se hacen favores y se ayudan ¿o no?
— Vas a preguntar a la perdona menos indicada — elevé una ceja — Pero sí, tienes razón.
— Pues eso. No falles o te arranco las orejas — entonces se fue por la puerta.
— Vaya ánimos que me das, hija. Para animadora deberías ir — dije aun sabiendo que no me iba escuchar.
Me tumbé en la cama. Cogí mi móvil de la mesita de noche y llamé a mi padre. Al tercer pitido lo cogió.
— ¡Sara, hija mía! ¿Cómo estás? — dijo nada más conectar la línea.
Se le notaba contento y feliz. Eso me gustaba.
— Muy bien papá, ¿y tú?
— Muy bien también — contestó.
— ¿Y qué tal Katy? ¿Cómo lleva el embarazo?
— Lo lleva pasando algo mal pero dentro de nada estará bien. Son todo síntomas.
— Bueno... ¿Ya saben qué va a ser? — pregunté ilusionada.
En parte quería que fuera una chica pero también me gustaría tener un hermanito.
— Un unicornio, Sara — dijo a lo que reí.
— Muy bien, papá. Así podré cabalgar sobre él por el arco iris — rodé los ojos.
CZYTASZ
Invisible
Dla nastolatkówSara Blake. Una chica de 17 años con un pasado difícil y lleno de preguntas sin respuestas. Su vida dejó de ser la misma cuando su madre, Samantha, falleció en un accidente de coche. Ya han pasado once años desde su muerte y han conseguido superar...