33. BACHE

2.8K 182 1
                                    

Esperé a que fueran las once de la noche para hablar con Cristina. Tenía que tener la boca cerrada o me arruinaría por completo.

Me abroché la chaqueta y salí de la cabaña. Ya había refrescado y di gracias por que no hubiera ningún monitor vigilando. Según las normas que ''debemos cumplir'' no debemos salir de la cabaña pasadas las diez pero como comprenderéis no las seguiré. Si tengo que soportar ya un castigo que no me pongan normas.

Caminé lo más deprisa en dirección a la cabaña del comedor, donde habíamos quedado. Nada más llegar la vi mirando al móvil.

— Oh César — dijo al percatarse de mi presencia — Si me echabas de menos no tienes que llamarme y quedar aquí. Simplemente puedo ir a tu cabaña.

La miré con cara de ¿enserio?

— No le has contado nada, ¿verdad? — pregunté yendo al grano.

Por un momento no sabía de lo que hablaba pero al cabo de unos segundos se acordó.

— Debería hacerlo — comenzó a decir — Pero no lo haré, de momento. Además... Me puede servir de mucho.

— No me jodas.

Me pasé las manos por el pelo. La conozco y puede usar eso tranquilamente en mi contra.

— Y bueno... ¿Cuando le piensas decir a tu "noviecita" que puede que te marches de New York?

¿Cómo coño sabe ella eso? Al ver mi cara prosiguió.

— Aún mantengo contacto con tu madre — dijo como si fuera la cosa más obvia del mundo.

Mierda. ¿Enserio? A saber que hablarán. Y si es algo muy personal ¿por que tendrán que hablarlo? Si ya se que no es culpa de Cristina si no de mi madre que habla como una cotorra.

— ¿Respondes o pasas?

— No voy a hablar contigo sobre eso — dije dándome la vuelta emprendiendo camino hacia mi cabaña. Oí como ella me seguía.

— ¿Por qué? Que sea tu ex no significa que no me puedas contar las cosas — explicó — Se de ti mucho más que esa rubia idiota.

— No es idiota — dije lo primero — Y además si es una cosa mía no tengo porque andar diciéndolo y mucho menos a ti.

— Me gustaría saber el por qué... — insistió.

— Tu misma lo acabas de decir.

Se quedó callada. Sabía que tenía razón.

— Bueno, pase lo que pase siempre me tendrás aquí, para todo — dijo deteniendo el caso. Yo seguí caminando sin mirarla — Repito, ¡para todo! — volvió a decir elevando el tono de voz para que la oyera.

Cuando las vacas maúllen.

Entré en mi cabaña e intenté coger el sueño y esta vez lo conseguí.

Aleluya.

SARA

Corría como si me fuera la vida en ello. Me había quedado dormida y la zorra de Cristina no me había despertado.

Me acerqué a la cabaña donde daban las clases. Miré por una ventana y vi que la profesora estaba de espaldas a los demás escribiendo en la pizarra.

De puntillas entré por la puerta — la cual estaba abierta — y rápidamente me senté en mi sitio.

Nada más poner mi culo en la silla, como alarma activada, la profesora habló.

— Blake, primer aviso. Al tercero, sanción.

Rodé los ojos. Tampoco era para tanto. Procuraré no volver a llegar tarde.

— Bueno, como iba diciendo — habló de nuevo mientras me miraba de mala manera — Queda 1 día de clase. Mañana haremos una actividad especial y el Domingo lo tendréis libre — se oyeron algunos murmullos — Vendrá también el director a contaros la siguiente semana de qué tratará.

Una vez dicho eso volvió a hablar. No presté atención, estaba demasiada cansada para hacerlo. Prácticamente me pasé la clase mirando a César. Seguía con ojeras y no paraba de jugar con un bolígrafo. Algo le pasa. Lo que no entiendo es por qué no me lo quiere contar. Puede confiar completamente en mi. Podría ayudarle y si no fuera así, animarle. Pero estaría con él, a su lado, contra todo. Los dos juntos.

— Bien chicos — dijo la profesora sacándome de mi trance — Podéis iros. Mañana nos vemos.

Todos recogieron y salieron de la clase. Yo hice los mismo y fui a la cabaña a dejar las cosas. Detrás de mi entró Cristina.

— ¿Tu no tienes la poca coherencia de despertarme? — pregunté poniendo mis manos en la cintura.

— Pensé que querías dormir — sonrío mientras se encogía de hombros.

Rodé los ojos. Saqué mi móvil y salí afuera. Me senté en las escaleras de la entrada y marqué el número de mi mejor amiga. Necesitaba hablar con ella. Al segundo pitido lo cogió.

¡Mi rubia favorita! ¿Cómo estás? — preguntó tan alegre como siempre.

— Por eso te llamo — noté que se puso seria — No tengo ni idea que nos está pasando.

— ¿A César y a ti? — hizo una pausa — ¿Enserio? No os hace falta cola para pegaros.

— Si pero no entiendo nada. Un día estamos genial y al otro no sabemos ni como estar — puse la mano vacía en la frente — Dios, Mery, no se que hacer.

Tranquila, Sara. Lo más seguro es que estéis en un bache. Tu sabes lo que es — dijo.

— Será eso — hablé más bajo — Gracias que tengo a alguien como tu. Te quiero.

¡Oh amiga! Yo también te quiero — rió — Pero recuerda, no dejes que por una tontería todo se acabe — y dicho eso colgó.

Esa última frase me había desconcertado un poco.

Me levanté perezosa y caminé sin ningún rumbo. Ojalá en este paseo dejara todos mis pensamientos a un lado.

Llegué al lago que había y me senté en la hierba, unos metros alejada del agua.

Observé el cielo azul reflejarse en el agua. Por un momento pude dejar mi mente en blanco.

— Estás como la última vez que te vi — dijo alguien a mis espaldas.

Rápidamente giré mi cabeza y un poco el cuerpo para no parecer la niña del exorcista.

Abrí los ojos como platos. No me lo podía creer.

💙

¡Soy libre! Se han acabado los exámenes y madre mía, me siento como en una nube🙄

Espero que vosotros también hayáis acabado y los que no, mucha suerte❤️☘️

InvisibleKde žijí příběhy. Začni objevovat