44. INFORMES

2.7K 181 8
                                    

Me desperté. Miré a todos lados ya que Dylan no estaba.

Iba a levantarme cuando al posar los pies en el suelo noté un bulto.

— ¿Dylan — dije y este despertó de golpe.

Miró a su alrededor confundido y luego a mi.

— Debí de caerme — dijo y soltó una carcajada.

Elevé un poco las comisuras de los labios y lo ayudé a levantarse. Desayunamos algo y después acabamos de recogerlo todo.

Me dio por mirarme en un espejo pequeño que había traído. Estaba horrible. Tenía los pelos alborotados y enredados de dormir, los ojos hinchados de llorar y unas tremendas ojeras.

Cualquiera me confundiría con un zombie andante.

Después, la monitora que llevaba viendo unos días pasó por nuestra cabaña para devolvernos los móviles. Una vez que estábamos listos salimos del campamento.

Había un taxi en la puerta esperándonos. No iba a echar se menos nada de esto. Fue una cárcel donde me destruyeron de pies a cabeza.

El camino de vuelta fue silencioso. Entonces recordé el viaje de ida. Me lo pasé todo el tiempo abrazada a César pensando que ese castigo no sería tan malo. Recordarlo me dieron más ganas de llorar.

Llegamos a mi casa.

— ¿Ahora vives aquí? — preguntó con la boca abierta.

— Sí — me acerqué al muro e introduje el código que permitía que la verja se abriese.

Pasamos y caminamos hasta la entrada de la casa. Esta se abrió antes de que llegáramos a ella.

— ¿Sara? — dijo y vino hacia a mi a abrazarme — Pensé que llegabas la semana que viene.

— Pude salir antes — contesté y rompí el abrazo.

Me miró y luego a Dylan.

— ¿Dylan? — mi padre abrió los ojos — ¿Eres tu?

El chico asintió.

— Oh, chaval. ¡Cuanto tiempo! — le dio otro abrazo a él.

— Venga, pasad. Enseguida estará la comida — se hizo a un lado y pasamos.

Subimos directamente a mi cuarto. Dejé la maleta a un lado y me tumbé en la cama bocabajo.

— Este lugar es gigante, Sara — dijo y salió a la mini terraza que tenía.

— Pues quédate todo el tiempo que quieras — giré la cabeza para que me oyera.

Enseguida bajamos a comer. A Katy casi no se le notaba el embarazo pero si que estaba algo blanca.

Hablamos de pocas cosas. Obviamente pasé de contar que lo dejé con César porque creo que mi padre ni se había enterado de que estaba con él y mucho menos Katy.

Ahora estábamos en una pequeña salita de la segunda planta. Miraba la tele desinteresadamente y creo que Dylan hacía lo mismo.

Entonces se me encendió la bombilla. Le cogí el mando al chico, apagué la tele y agarré su mano para tirar de él.

— ¿Qué haces? — frunció el ceño.

InvisibleWhere stories live. Discover now