41. ¿SIN COMIDA?

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— Ey tía — dijo Danielle picándome en el hombro — Ven a bailar.

No había que ser experto en alcohol para saber que estaba de ello hasta las cejas.

— Danielle — dije levantándome — Te aconsejo que te vayas para tu cabaña.

— ¡No! — gritó — ¡La noche es joven! — elevó el vaso que tenía en la mano.

Tuve que sujetarla para que no se cayera.

— Todo lo que tu quieras pero vámonos — la agarré y empezamos a caminar en dirección a su cabaña.

Me dijo el número y me dio la llave. Conseguí encontrarla ya que la chica no estaba para contar.

Iba a meter la llave pero la puerta se abrió.

— ¿Tu que tienes un sensor o que? — pregunté a Marcos.

El se encogió de hombros.

— Os oí llegar — aclaró.

Se echó a un lado y pasamos. Fui a la habitación y la eché en la cama.

— Ay Danielle, ¿por qué con Marcos? — dije para mi.

Ella ya se había dormido.

— Pues porque soy el alma de la fiesta — me giré y vi al chico apoyado en el umbral de la puerta.

— Si. Pues cuando se despierte asegúrate de darle agua, mucha agua — dije saliendo de la cabaña.

— Vale, mamá — rodé los ojos — Pero sigo esperando lo mío.

— Olvídate — dije y cerré la puerta.

Qué chico, no se rinde nunca...

Iba a entrar en mi cabaña cuando alguien me agarró del brazo.

— No, Dylan — puse una mueca de queja mientras sonreía — Estoy muy cansada.

— Solo un poco — pidió.

Puso cara de perrito abandonado. No me pude resistir.

***

Estaba caminando por la carretera. No sé donde me encontraba y ni cómo había llegado allí.

Pero lo que sí sabía es que tenía que seguir caminando. Miré a mi alrededor y solo vía árboles. No había ningún coche, sin embargo, era de día.

Caminé un rato más hasta que llegué a un cruce.

Solo vi venir a un coche a lo lejos, que a medida que se iba acercando pude reconocerlo.

Yo estaba en una esquina, observándolo todo. Quería moverme, caminar hacia el coche pero no podía. Estaba pegada al suelo.

Distinguí a una mujer rubia conduciendo y a una niña pequeña atrás, jugando con un peluche, un peluche de unicornio.

Estoy reviviendo, estoy reviviendo aquel horrible día.

En un momento, lo que sentía cambió radicalmente. Quería gritar, llorar, correr pero lo único que podía hacer era observar.

Vi como la mujer que conducía se giró y mágicamente pude oír lo que decía.

— No pasa nada, cariño — hizo una pausa mientras posaba su mano en la pierna de la niña — Llegaremos enseguida.

La niña sonrió y volvió a mirar el peluche.

Entonces el semáforo de puso verde y el coche avanzo. Pero no pasó ni un segundo cuando por el cruce de la derecha se acercó otro coche a mucha velocidad decidido a no parar.

Todo iba a cámara lenta. No podía hacer nada. Sentía que en algún momento iba a explotar.

Y fue cuando mi mirada se clavó en quien conducía el coche que iba a toda velocidad.

No tenía cara, solo pelo largo.Era una mujer, sin duda alguna.

Y entonces los dos coches entraron en contacto destrozándose entre sí.

Me levanté agitada como si no hubiera respirado en mucho tiempo. Cogí una gran bocanada de aire. Mis lágrimas ya caían por mi mejillas sin poder retenerlas.

Dylan, el cual descansaba en el sofá se levantó y vino corriendo hasta la cama donde me abrazó.

— Tranquila, estoy aquí — dijo intentando que me tranquilizara pero era imposible — Solo fue un mal sueño, ya pasó.

— ¡No, Dylan! ¡No lo entiendes! — el me miró confuso — ¡No fue un accidente! ¡Tenía razón, desde el principio! — cada vez gritaba más, pero la rabia, el miedo y la tristeza impedían que me calmara — ¡Todo fue provocado!

— ¿El qué? — preguntó confuso.

— ¡El accidente! — dije y más lágrimas salieron de mis ojos.

Él me abrazó más fuerte pero sin hacerme daño. Por alguna manera me reconfortaba pero aún sentía las ganas de romper algo.

Mis venas llevaban lava. Sabía que algo raro pasó aquel día, que todo había sido provocado pero nadie me creyó.

Y con esto ya lo confirmo. ¿Solo un sueño? No. Un recuerdo. Algo real.

No sé cómo lo voy a hacer pero voy a descubrir quien provocó que mi vida se hundiese después de aquello, y lo pagará muy caro.

***

Conseguí tranquilizarme. Después le conté a Dylan lo que pasó. Él no dijo nada mientras se lo contaba pero cuando terminé dijo:

— Te creo.

— Bien — dije secándome las mejillas empapadas — Tenemos que salir de aquí.

— Eso déjalo en mis manos — contestó — Pero mientras tanto... ¿quieres algo de comer? — asentí y ambos entramos en la cocina.

Abrimos la nevera pero nos quedamos congelados. No había comida, solo una botella medio llena de agua.

Salimos de la cabaña en busca de algo pero solo encontramos a la mayoría de los presos aquí formando un círculo.

Nos acercamos y logramos escuchar lo que decían a la monitora que estaba en medio.

Todos se quejaban de lo mismo. Comida.

— ¡Calma! — gritó la chica y casi todos los presentes se callaron — ¿Os acordáis de lo que dijimos hace dos días? La frase de: aprenderéis a estar por vosotros solos... Por algo se dijo — explicó sin ninguna expresión en la cara — En un futuro viviréis solos o con compañía y no podréis pedir mucha ayuda. Esta fase del campamento se trata de eso. Ser capaces de vivir con lo que uno sepa hacer.

— ¿Y cómo conseguimos comida? — preguntó alguien.

— A base de unas pruebas que comenzarán esta tarde — respondió — A las 4 aquí, sin falta.

Después se fue tras muchas quejas detrás.

¿Sin comida? Lo que me faltaba.

InvisibleWhere stories live. Discover now