48. POR LOS PELOS

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— Es increíble como aún estando en una limusina te sigo odiando — dije negando.

— Tranquila, el sentimiento es mutuo — contestó Cristina.

Había pasado la noche en vela aprendiéndome la canción. Estaba demasiado cansada para ahora mantener los ojos abiertos.

Al cabo de una hora llegamos a nuestro destino. Un enorme bloque en medio de muchos edificios, nos esperaba. En la única entrada que había — dos puertas de metal — había un hombre entrado en años vestido de etiqueta.

— Seguidme — dijo entrando en el edificio.

Cogimos cada una sus mochilas y seguimos hasta el interior.

Nada más entrar me quedé con la boca abierta.

Los techos eran altísimos sin ningún tipo de acabado, focos por aquí y allá, dos paredes blancas, personas corriendo de un lado para otro.

— Primero os dirán qué poneros y qué hacer — dijo el tipo señalando una sección que parecían ser los "camerinos" –solo eran telas puestas de tal manera que hacía de un vestidor– y después señaló a otra parte donde maquillaban y peinaban.

Pestañeé varias veces. Creí haber visto a un ángel de Victoria Secret.

— No has visto mal, chica — intervino en hombre mirándome — Haréis el video junto a ellas. Los ángeles de Victoria Secret — dijo elevando la voz y los brazos al mismo tiempo.

Varías personas lo miraron y sonrieron. Parecía que eso aquí era normal.

El mismo hombre nos guió hasta la zona de maquillaje. Nos sentó en diferentes sillones y dos chicas no tardaron nada en empezar a maquillaros.

— No temas, cariño — dijo la que estaba a mi lado — Eres guapa y lo harás bien.

Yo solo sonreí. No temía a esto. Estaba muy nerviosa. Estaba cerca de modelos de alta calidad.

Quería tirarme a ellas y preguntarle millones de cosas. ¿Cómo han llegado a ser ángeles? ¿Quién las escogió? ¿Cuánto tiempo llevan en el mundo de la moda? ¿Si se ponen nerviosas en las pasarelas?

¡Ugh! Creo que voy a explotar.

Una vez que acabaron conmigo me acompañaron hasta la zona de la ropa.

— Aquí tienes tu vestuario — dijo mostrándome las prendas perfectamente colocadas en unas perchas — Harás varías escenas, repetidas cada una un par de veces, con diferente ropa. Tendrás que cantar la canción y bailarla a la vez. Es fácil, solo déjate llevar.

Asentí y le di las gracias. Después de ponerme el primer conjunto me llevaron a la zona de paredes de cartón blancas. Al principio me daba bastante vergüenza tener que moverme y cantar delante de una cámara y varías personas pero con el paso de los minutos se me fue quitando.

Y así estuve toda la tarde. Cambiate, vete allí, una vez más, está bien, repite esta parte, haz esto, haz lo otro.

Hasta que por fin ya entrada bien la noche acabamos todo. Estaba derrotada. Solo tenía ganas de dormir y lo peor es que no podía.

Antes de irnos, el hombre que nos había guiado al principio se nos acercó.

— Uno de los jefes de este gran mundo os ha estado observando a ambas — comenzó diciendo — Le habéis gustado y quiere ofreceros un sitio en Victoria Secret.

Abrí la boca estupefacta. Tenía que ser una broma.

— ¿Es verdad? — preguntó Cristina, con un nudo enorme en la garganta.

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