46. NO, YA NO

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— Cógelo — le obligué sacando algo que me quedaba de valentía — Ponlo en manos libres.

Adam vaciló en hacerlo pero cedió.

Adam. Tio. Necesito ayuda — su voz cansada y ronca me atravesó el alma.

¿Qué pasa?

— La he cagado, pero bien — dijo.

— ¿Qué ha pasado, César?

Sara me pilló liándome con Cristina.

No pude evitar apretar los puños. La imagen de ellos dos, besándose, no para de pasar por delante de mis ojos. No sabía ni cómo describir lo que sentía... Era horrible.

Adam miró rápidamente a Mery.

— ¡¿Qué hacías liándote con Cristina?! ¿Estás tonto o que? — hizo una pausa — Estás con Sara, ¿lo recuerdas?

No, ya no.

Mery puso una mueca mezclada entre asco y pena.

Se enteró de mi pasado. De quien era — comenzó explicando — Tuvimos una discusión fuerte y di por terminada la relación. Sin embargo ella no — no dejaba de mirar el móvil. Esto me estaba matando, más de lo que ya estaba — Y como un retrasado, sin pensarlo, casi me acuesto con Cristina. Solo por querer olvidarme un rato de todo el problema.

Estaba aguantándose por no empezar a recitar insultos a diestro y siniestro.

— No lloraba tanto desde nunca, joder.

Eso fue la gota que colmó el vaso. Una sensación de angustia me invadió...

Una lágrima se desplazó por mi mejilla pero enseguida la limpié.

Si esto hay que soportar cuando dejas a alguien al que amas, no se lo deseo a nadie.

— Tienes que hablar con ella — habló Adam tras unos segundos en silencio.

¿Y qué le digo?

¿Qué la quieres? — y antes de que terminara la frase la llamada se cortó.

Apoyé los codos en la mesa y tapé mi cara con las manos, derrotada.

— Hablaréis, ya lo verás — dijo Mery — Conozco lo suficientemente a César como para saber que esto no lo dejará así.

— Sí — contestó Adam — Además, tu no te has fijado en la forma en la que te mira — hizo una pausa — Nadie mira a nadie del modo en el que lo hace él contigo.

La morena lo asesinó con la mirada. Adam la evitó.

— Gracias chicos — intervine — No se que haría si no os tuviera.

Ambos sonrieron.

Me dio por pensar y entonces caí en la cuenta.

— ¿Por qué no le preguntastéis a César qué quería decir con, "se enteró de lo que era"?

— ¿Qué?

Adam no sabía de lo que hablaba pero la cara de Mery decía todo lo contrario.

— ¿Acaso lo sabíais? — fruncí el ceño — ¿Acaso César os lo contó?

— Sara, no... — le interrumpí.

— ¿Os lo dijo y no me dijisteis nada? — controlaba mis nervios pero estaba segura de que estos iban a salir disparados en cualquier momento — No lo puedo creer.

— Escúchame — habló la chica — Nos lo contó para poder ayudarle y le prometimos que no diríamos nada.

— ¿No se supone que sois mis amigos? Aquellos que no guardan secretos.

— Era algo de César — dijo Adam — No podíamos contártelo nosotros. Tenía que ser él.

— Ya, ¿pero no se os ocurrió que al menos podrías haberme avisado? ¿Una señal quizás?

— Él te lo iba a contar pero no encontraba el momento para hacerlo... por eso acudió a nosotros.

— Esto es increíble — me rasqué la frente — Hubiera preferido enterarme por vosotros y no por la zorra de Cristina.

Me levanté, cogí mi bolso y salí de la casa de Adam.

— Lo siento, Sara, de verdad — dijo Mery mientras me seguía — Por lo menos deja que te lleve a casa.

— No te molestes — contesté — Cogeré un taxi.

Salí de allí y comencé a andar en busca de uno. Después de unos 20 minutos llegué a casa.

Dejé el bolso en la entrada junto con la chaqueta, puse la mejor cara que podía fingir y entré en la cocina.

— Hola — dije saludando a todos.

— Qué bien que estás aquí — me dijo Katy con una sonrisa.

— ¿Qué pasa? — me senté en la mesa donde estaban mi padre y Katy.

— Ya hemos elegido el nombre para tu nueva hermanita.

Una chispa de ilusión creció en mi. Menos mal, algo que no son desgracias y desilusiones.

— ¿Y cuál es? — posé los brazos cruzados en la mesa.

Ambos se miraron sonrientes durante unos segundos y después mi padre habló.

— Se llamará Samantha.

Un cúmulo de emociones se revolvió en mi interior. Mi nueva hermana se iba a llamar como mi madre.

Entonces recordé sus ojos, su nariz y su pelo.

Sonreí.

— Me gusta.

Después Inés nos sirvió la cena. El único tema que se tocó fue el de la boda. Definitivamente la harán cuando Samantha ya hubiera nacido, así que sobre diciembre o enero. Será en la playa y luego alquilarán una pradera donde se celebrará el resto de la boda.

También hablé con Inés sobre la universidad, una vez que acabé de cenar

Salí a la terraza de mi habitación y respiré el aire puro de la naturaleza. No teníamos vecinos y eso era una buena ventaja.

El viento cálido de las noches de verano soplaba sin miedo. Relajé todos mis músculos y dejé que el viento se llevara parte de mis preocupaciones. Era casi imposible dejar de pensar en todos los problemas que tenía ya que cada vez que cerraba los ojos veía la imagen de César, aunque no quisiera. Su sonrisa blanca, su nariz perfilada, su pelo moreno perfectamente despeinado...

Definitivamente lo necesitaba a mi lado y no tenía ni idea de como arreglar lo que había provocado.

💙

¡Feliz Navidad!♥️🎅

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