05. LA CENA

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Estábamos en el salón, sentados en el sofá, viendo la tele.

— Y ese... ¿es tu novio? — preguntó restándole importancia.

¡¿Por qué todo el mundo tiene que preguntar eso?!

— Lo conozco desde hace un día... — digo dando a entender que no.

Levantó las cejas y dirigió su mirada a la tele. Pasamos un rato grande en silencio.

— ¿Tienes hambre? — pregunté levantándome del sofá. César se encogió de hombros y yo me dirigí a la cocina. Abrí la nevera y cogí un plato de pasta.

Cogí dos platos y eché una cantidad adecuada de comida en cada uno. Volví al salón y solté los platos en la mesita que había en el centro. Fui de nuevo a la cocina a por bebidas. Vertí agua en dos vasos y fui hacia el salón, otra vez.

Cuando entré me paré en seco. Abrí los ojos de par en par. César ya se había comido su plato. ¡¡Pero si no tarde ni un minuto!!

— ¿Como has...? — pregunté pero él me cortó.

— Comiendo... — contestó él divertido lo que me hizo reír.

Dejé los vasos en la mesita y me puse a comer mi plato. Cuando acabé llevé todos los cubiertos a la cocina y los dejé en el fregadero. Volví al salón y César estaba hablando por teléfono.

— Aja... Si... Espera, repite... Esta bien... Muchísimas gracias, luego te llamo — y colgó.

Me miró como si fuera un bicho raro. Me crucé de brazos y arqueé una ceja.

— ¿Qué pasa? — pregunté.

–Un bu... Nada– dijo frunciendo los labios, aguantando la risa.

— Oh, ya veo — dije sentándome en el sofá y centrando mi vista en la televisión.

— ¿Sabes, Venus? Tu tapadera no durará mucho — le miré. Estaba muy convencido de ello.

— ¿Y que te hace pensar eso? — pregunté y él sonrió de lado.

Oh my gaahh. Ahora está más bueno todavía. Yo que tu me lanzaba ahí mismo.

Cállate imbécil, siempre estorbando. Vete un poco a molestar a otra.

Eso es imposible, formo parte de ti.

Joder...

— ¿Te puedo hacer una pregunta? — dijo mirándome.

–Claro– afirmé.

— ¿Cuál es tu debilidad? — me quedé un rato pensando.

–Las cosquillas– afirmé negando con la cabeza y sonriendo.

— Uy uy uy. Mejor no habérmelo dicho...— dijo el negando con la cabeza.

— ¿Por? — pregunté riendo.

Y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba él encima mío haciéndome cosquillas. Me daba tanta risa que casi no podía hablar.

— ¡¡César!!... ¡Para!... Por favor... — intentaba bajar del sofá pero no podía, estaba acorralada entre el sofá y él.

Paró de hacerme cosquillas y apoyó las manos a cada lado de mi cabeza para no aplastarme. Poco a poco se fue acercando a mi. Nuestras respiraciones chocaban y mi corazón quería salirse de mi pecho.

InvisibleWhere stories live. Discover now