Capítulo 4

2.4K 208 11
                                    

Sus labios son carnosos, y desatan fuego por todas partes, siento que me devora de un bocado y ya no puedo respirar.

Lentamente me aparto de él. Lo miro a los ojos y sonríe. 

-Qué ha sido eso? -pregunto con el ceño fruncido. Sin embargo, me es difícil ocultar lo mucho que me gustó ese beso.

-Eso? Pues un beso, supongo. -responde con la mirada preocupada -No te ha gustado?

-No... digo, sí. Fue muy agradable.

<"Fue muy agradable"> me remeda mi mente.

-Quiero decir, que sí. Me gustó mucho.

Él sonríe, me estrecha en sus brazos, y luego, se marcha.

Le gusto a Will Sky. Santo cielo! Le gusto! Prácticamente toda mi infancia y mi adolescencia, la viví enamorada de aquel chico. Con solo mirarlo, el estómago me daba brincos. La piel se me erizaba y el corazón me amenazaba con salirse de mi pecho. Siempre pensé que algún día él voltearía y aquellos ojos azules se posarían en mí. 

Cuando ambos éramos niños, una vez, tuve las agallas de intentar conversar con él. Yo tenía nueve años y él diez. Recuerdo que estaba muy nerviosa, no sabía las preferencias de los niños en esa época, así que, hice lo único que mi inocente mente podría sugerirme. Tomé unas cuantas flores del jardín del colegio, y sin pensarlo tanto, me acerqué a él. Era tan inocente, al igual que yo. Alzó sus pequeños ojos azules y agitó sus extensas pestañas rubias, pero hasta ahí duró la buena impresión. Le pasé las flores, recuerdo que mis pequeñas manos temblaban, y le dije: "Hola Will, estas flores son para ti", le entregué mi (en aquel entonces) inocente corazón. Sin embargo, él agarró las flores y las arrojó en el suelo. Empezó a pisarlas y destrozarlas. Luego me miró a los ojos y espetó: "Niña tonta". Y se alejó.

No lo culpo, después de todo, éramos solo niños. No sabíamos manejar esto del amor. Lo agarrábamos en las manos y lo hacíamos pedazos, y luego, como si nada, volvíamos a recoger los fragmentos y todo quedaba atrás. Eso era el amor para nosotros.

Hoy, por fin, él volteó. Y el amor ha dejado de ser un juego de niños, hoy, significa mucho más.

Miro a mi alrededor y me doy cuenta que el colegio se encuentra casi vacío. Doy un suspiro dramático y me dirijo a casa, caminando, ya que he tardado tanto que seguro el autobús ya me ha abandonado. Sin embargo, qué es un poco de dolor, comparada con tanta felicidad? 

Justo cuando estoy por abrir la puerta principal de mi casa, se me ocurre hacer otra cosa. El bosque.

La ventana que da a mi habitación, se encuentra abierta. Así que decido jugar con mi puntería. Lanzo mi mochila, con esperanzas de poder meterla en mi habitación, sin embargo, se estrella contra la pared. En el segundo intento, ya es más sencillo, por lo tanto, logro que entre por aquella ventana.

Me dirijo con pasos tranquilos al bosque. 

Después de una caminata extensa, logro llegar a aquel lugar donde había visto y oído a mi mamá. Me entra un poco de nostalgia, pero aguanto las lágrimas y me siento en la roca en la cual ella me había acurrucado en sus brazos, por última vez.

-Mamá?.. Estás aquí? -pregunto.

El silencio se expande entre los árboles y más allá.

-Tengo que contarte algo. -le informo.

El silencio cada vez se hace más grande, hasta que me siento sofocada por él.

-He besado a un chico, hoy. Es guapísimo. Se llama Will, quizás te acuerdes de él. -inhalo y añado -creo que está enamorado de mí, al igual que yo de él. 

MI BOSQUEWhere stories live. Discover now