Capítulo 42

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Los sentimientos? Son sinónimos de sufrimiento, al fin y al cabo son los mismos sentimientos los que te conducen al sufrimiento más cruel.

Acaso fui tan estúpida para no darme cuenta de lo que había a mi alrededor? Esto parece una película de tragedias y dramas, quiero ser normal, no hay nada que desee más que ser normal.

Por qué no puedo ser como las chicas de mi clase? Bonitas, delgadas, sin cicatrices que delaten tus luchas. Ser normal... salir con amigos, ir de fiesta, comprar un auto y divertirme. Hasta aceptaría tomar alcohol, fumar y hacerme tatuajes con tal de encajar, pero no puedo, simplemente no encajo en este mundo. Y a pesar de todo no he conseguido suicidarme. 

Mi mamá se ha ido y sin embargo la sigo viendo deambular por el bosque. Mi papá es un psicópata a quien le produce placer golpearme, y que siempre maltrató a mi mamá. Mi novio... es decir, el chico de quien estoy enamorada, resultó ser un psicópata que extirpó las tripas de su propio padre, mientras que su madre también fue víctima de maltrato. Estuve enamorada de un chico que me drogó e intentó violarme, tengo compañeros que no me dejan de molestar y todo esto sin mencionar que ni siquiera a pasado un año de la muerte de mi mamá y mi papá ya tiene planeado casarse con mi psicóloga!

Por qué simplemente no puedo morir? Por qué siempre fallo? 

Casi nadie me quiere y los que me quieren, solo intentan hacerme daño. Ni siquiera yo misma me quiero. 

Salí de aquel lugar, del manicomio, para vengarme, y para solucionar mis problemas, y lograr seguir adelante. Ahora no veo un porqué seguir. Un porqué respirar. Un porqué sufrir.

Nunca he estado tan abatida como ahora, simplemente quisiera un arma y dispararme a la cabeza, y así dejar de sufrir. 

Me levanto del suelo cuando distingo una caja metálica que cuelga de la pared con varios productos capilares y medicamentos. Saco dos cajas de somníferos.

"Acaso Jaden no puede dormir por las noches?"

Debo dejar de pensar en él. No ahora.

Descargo una caja de pastillas en mi mano izquierda y las examino.

Hasta con una caja sería suficiente. Dirijo una diez pastillas a mi boca justo en el momento en el que un pedazo de papel se escabulle por debajo de la puerta.

Me detengo en seco. Vuelvo a meter las pastillas a caja y con bastante cautela me dirijo hacia el pedazo de papel y me siento en suelo antes de agarrarlo y empezar a leerlo.


"Lo siento, Yos.

Nunca quise, y nunca pensé ser el motivo de tus lágrimas. En ese momento, al ver el miedo, el pánico en tus ojos, pude sentir como mi alma se desgarró. No pude soportar ver como te asustaba tenerme enfrente, como tu pulso se aceleró por el miedo y tus ojos se cristalizaban mientras pensabas que yo sería capaz de golpearte o hacerte daño.

Jamás te golpearía, Yos. Hacerte daño... sí, pero te prometo que jamás sería intencionalmente.

Sé que no querrás escucharme, por eso te he escrito esto. Por favor, preciosa, deja de llorar. En este momento estoy escuchando tus desgarradores sollozos y me parte el alma sentirme tan impotente, no poder acunarte entre mis brazos y decirte que todo va a estar bien.

Te lo explico aquí, porque no sé que más hacer.

Maté a mi padre, sí. De una manera abusiva y exagerada, sí. Pero eso evito que mi madre muriera. Por eso ella sigue vive y tú más que nadie sabes el dolor que se siente al perder a una madre. Yo no quería perderla.

MI BOSQUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora