Capítulo 30

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Dicen que los recuerdos se los lleva el viento. Mentira. Los recuerdos siempre permanecerán dentro de uno mismo, sin importar lo mucho que intestes olvidarlos.

Quizás en algún momento se escondan en lo más profundo de tu mente, pero siempre estarán ahí, palpitando como un débil pero notorio destello de luz.

Todo esto es tan confuso, pero tengo la esperanza de que todo se aclare en cualquier momento. Solo necesito algo en que aferrarme, una pista... quizás reconocer la voz de alguien o por lo menos distinguir su piel. Pero nada. No recuerdo nada.

Me agobia esta confusión y siento que me ahogo con cada segundo que pasa mientras sigo encerrada en esta diminuta habitación. 

Ahora soy consciente de los días que pasaron desde que desperté. Fueron tres días exactamente. Solo vienen a darme de comer y vuelven a dejarme sola. Durante tres días he seguido la misma monotonía. Nadie quiere darme una explicación, nadie quiere si quiera hablarle. Y yo quiero una explicación, yo merezco una explicación!

No sé cuanto tiempo he estado dormida. No sé porqué estoy aquí y mucho menos sé quien soy, o quien era.

La perilla de la puerta se agita y el joven de piel canela y ojos oscuros entra en la habitación con bandeja con pan y agua.

Así es. Por tres días solo he comido eso.

No sé el peso que tenía anteriormente, pero ahora se me notan las costillas y se hunde la piel en los costados de mi clavícula. Mis muñecas entran de sobra los puños de mis manos y siento como mis pómulos se sumergen en mi rostro.

El joven deposita la bandeja en mis muslos y yo me limito a comer. 

Lo pillo mirándome un par de veces y me muero por hacerle un millón de preguntas. 

-Estás bien? -me sorprende con su voz. Es ronca pero juvenil.

Asiento.

Abro la boca pero formular las preguntas que tanto ansío responder. Sin embargo, la voz no sale de mi garganta, lo único que se oye son pequeñas chasquidos provenientes de mi garganta. 

Me agarro del cabello con ambas manos y lo estiro con mucha fuerza, mientras cierro los ojos.

El joven se sobresalta al ver mi reacción y corre hacia mí.

-Basta Yoselyn! -exclama mientras trata de que afloje los puños.

Las lágrimas corren por mis mejillas. Estoy sumamente frustrada por todo esto. No puedo expresarme normalmente y me está volviendo loca.

-Q,qué -logro tartamudear - pa,pa,pasa? -apenas logro terminar la frase.

El joven acerca su mano a mi mejilla y traza pequeños círculos en mi piel. 

-Tranquila -me consuela -Todo estará bien.

Mentira.

Todo se resume en mentiras y más mentiras.

Lo poco que sé de mi vida hasta ahora, gira entorno a mentiras.

Quiero la verdad. Santo cielo! Lo único que quiero es que alguien tenga la misericordia de venir a decirme porqué estoy aquí y que cuente sobre mi pasado. Necesito algo a que aferrarme.

Escuche voces que me sacan de mi ensimismo y cuando alzo la mirada, el joven se encuentra con la doctora frente a mí.

-Cómo pudieron?! -exclama el joven.

-Cuidado con el tono en el que me hablas, mocoso -le advierte ella -Se lo merecía. Nos delató con ese chico. Nadie puede, ni debe saber los métodos que utilizamos en este lugar.

Un chico? No entiendo nada.

-Pero acaso no ve las consecuencias? -le grita el joven pero rápidamente suaviza su tono -La mataste.

La doctora frunce el ceño al ver que la estoy observando y lentamente se acerca a mí. Sus tacones de agujas retumban por el suelo.

-Ya has aprendido la lección? -me pregunta.

Instintivamente retrocedo, no quiero estar cerca de esa mujer, no quiero que me toque, que me vea y mucho menos que me hable. Me acurruco en una de las esquinas de la fría cama metálica y ella sonríe.

-Eso pensé -se limita a contestar y se vuelve hacia el joven -Estamos prohibiendo las visitas hace casi un mes. Los familiares se están preocupando. -respiro hondo -Hoy recibirá una visita.

Familiares? Tengo familia!

El joven asiente y de la habitación junto con la doctora.

Me quedo completamente sola en esta habitación y hago lo único que puedo hacer. Dormir.

En un instante me sumerjo en la oscuridad absoluta.

Oigo voces. Más que eso, son gritos desgarradores. 

Está parado justo frente a mí y sus gritos de agonía me confirman lo peor, está herido.

Trato de acercarme a él, pero sus gritos son tan desgarradores que me detengo. 

-Quién eres? -le pregunto.

Alza la mirada hacia mi dirección. Esos ojos verdes y extremadamente intensos, yo los conozco. Estoy segura.

Sin embargo, su rostro y gran parte de su cuerpo están bañados en sangre. 

-Estás bien? -insisto.

Él mantiene sus preciosos ojos clavados en los míos y siento un escalofrío apoderarse de todo mi cuerpo.

<Es él> escucho una voz en mi cabeza.

Pero nunca antes lo he visto. O si?

Sigue mirándome y tengo una ganas terribles de lanzarme a sus brazos, pero me contraigo.

-Te amo, Yoselyn -dice.

Esas palabras. Ese sentimiento. Esa voz!

Abro los ojos de inmediato. Me encuentro en la habitación de siempre y estoy empapada en sudor. 

Quién es el chico de mi sueños? 

Siento que lo conozco desde antes. Por fin, ya tengo algo en que aferrarme.

Su recuerdo.







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