Capítulo 11

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Las clases han sido infernales. Pero al fin, estoy volviendo a casa.

El clima sigue siendo fresco y las hojas de los arboles bailan al ritmo de la brisa. Me duele todo el cuerpo por la pelea de esta mañana, y creo que tendré varios hematomas en mi rostro, en mis brazos y piernas.

Tardo alrededor de media hora en llegar a casa. Estoy exhausta. 

Abro la puerta y siento que el alma se me cae a los pies. Justo lo que menos esperaba.

-Buenas tardes, Yoselyn -me sonríe Victoria.

Esta mujer no se conforma con intentar fastidiar mi vida, sino que también intenta fastidiar mi muerte. La odio.

Le regalo una sonrisa cínica y me voy directo a mi habitación. Sin embargo, ella se atreve a seguirme los pasos.

-Puedo pasar? -pregunta con mucha calma.

Pongo los ojos en blanco.

-No tengo otra opción -respondo mientras me encojo de  hombros.

Me aparto de la puerta dejándola pasar. 

Hoy está más guapa de lo habitual. Lleva su cabello oscuro sujetado en un moño y sus lentes hacen que sus ojos resalten aún más. Tiene una camisa blanca y un pantalón negro muy bonito. Es realmente guapa, pero eso no hace que olvide sus intenciones con papá.

Paso después de ella y me limito a cruzar las piernas sobre mi cama. Ella toma asiento en la silla de alado, como es habitual.

-Creo que tenemos cosas pendientes -dice ella.

Me encojo de hombros y actúo como si no me importaran sus palabras. 

-Solo has que termine rápido. Debo salir a la noche, y debería empezar a prepararme en breve -le informo con indiferencia.

-Vas a salir? -pregunta sorprendida -Con un chico? 

Asiento y se le ilumina el rostro. 

-Eso es genial! -exclama. -Es un gran avance. Comenzar a salir con amigos, buscar nuevos horizontes...

-Terminaste? -la interrumpo -Debo hacer muchas cosas.

Ella agacha la mirada y frunce el ceño como si la hubiese golpeado muy fuerte. Parece realmente dolida, y siendo sincera, mi intención nunca fue lastimarla. Solo quería que se aleje.

-Lo siento -susurro tratando de que no me oiga.

Sin embargo, levanta rápidamente la cabeza y se le vuelven a iluminar los ojos.

-Tranquila, no importa. -me sonríe -De hecho. ya fueron bastantes avances por hoy. No tengo porque seguir permaneciendo aquí, a no ser que tú lo quieras... -me insinúa cautelosa.

Niego con la cabeza y espero que se marche. Y así lo hace.

Cuando por fin estoy sola en mi habitación, saco dos sábanas de mi cajón y las amarro juntas, luego la sujeto por la cama, lo más fuerte que puedo. 

Tiro un extremo de la sábana por la ventana, me pongo una sudadera negra y sin más preámbulos, trepo en las sábanas, y bajo lentamente.

Una vez abajo, tomo aire y corro hacia el bosque.

El atardecer se asoma entre las nubes y baña mi alrededor con esa tenue luz naranja. Inundando los recuerdos de mi infancia, cuando papá, mamá y yo nos sentábamos en el jardín para observar el atardecer que iluminaba cada centímetro del cielo y nos sacaba una sonrisa que deslumbraba a cualquiera.

Sigo corriendo en el bosque, disfrutando del naranja de las hojas. No descanso hasta ver mi roca, y lanzarme por ella.

Mi bosque está más bonito que nunca, reluciente por el sol y lleno de vida con las pequeñas mariposas que recorren el lugar.

MI BOSQUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora