Capítulo 31

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El aferrarse a una persona consiste meramente en entregarle tu alma.

Han pasado horas desde que aquel joven y la doctora malévola me han dejado sola. O sólo estoy alucinando?

Ya no logro distinguir entre lo que es producto de mi mente y lo que es la realidad.

A veces veo sombras que me rondan, pero no se lo digo a nadie, porque parecería demente. Quizás son amigos, quizás están tan solos como yo. 

A veces pienso que son ellos los que provocan esas voces en mi cabeza, que solo tratan de comunicarse conmigo, de que los entienda y me acople a ellos. Me he planteado escapar con ellos, alejarme de este lugar en la que me mantienen cautiva. 

Hace cuanto que no veo la luz del sol o  no siento la brisa en mi piel?

La vida entre estas cuatros paredes pasan de una manera agobiante. Un segundo es como un día y un día es como un mes.

La puerta se abre y un hombre desconocido entra en la habitación sin ni siquiera anunciarse antes.

-Cariño -dice.

Es un hombre de mediana edad, atractivo pero viejo como para llamarme cariño. A no ser que utilice esa expresión para otra cosa...

-Hija! -exclama -Te he extrañado -extiende sus brazos para abrazarme pero yo doy un brinco y me caigo de la cama.

Alzo la mirada y mis ojos se cristalizan al encontrarme con los suyos. Algo dentro de mí me dice que él es importante, pero que me ha hecho mucho daño.

-Estás bi... -empieza pero no lo dejo terminar.

Me apresuro en agarrar la almohada que hay en la cama y con todas mis fuerzas se la lanzo a la cara.

-Qué haces? -me pregunta abriendo los ojos como platos mientras sujeta la almohada.

Aún me encuentro en el frío suelo y trato de retroceder más pero choco contra la pared.

-N,no -tartamudeo.

-Cariño -dice y su rostro se suaviza con ternura -Soy yo, papá.

Niego con la cabeza instintivamente y hundo mi cara entre mis rodillas. 

-Te acuerdas de mí, verdad? -puedo percibir el miedo en su voz.

Niego nuevamente y escucho el leve sonido que emite la almohada al ser arrojada al suelo.

-Has perdido la razón -oigo como susurra.

Esas simples palabras llenan de adrenalina mi cuerpo y en un instante abro la boca esperando decir todo lo que siente.

-Largo de aquí! -le grito, y por fin logro articular bien las palabras -Te odio!

-Tú no me odias -contesta él un poco enojado -No lo vuelvas a repetir.

Lo miro con suficiente rabia recorriendo mis venas como para arrancarle la cabeza.

-Sal de aquí! -grito. Podría jurar que este es el grito más fuerte que he hecho en mi vida, sin embargo, no recuerdo nada de lo que hice en el pasado.

Él abre los ojos como platos y se queda petrificado observándome mientras la rabia no hace más que aumentar en mi cuerpo.

-Yo no te conozco! -exclamo -Y si lo hiciera, no me interesa. Tú no me interesas -le aclaro.

Su rostro se torna de un rojo fuerte y sus ojos se cristalizan al instante.

-Solo quería saber si estabas bien -dice con la voz quebrada y sin nada más que hacer sale de la habitación dejándome nuevamente sola.

Me lanzo al suelo y me estiro del cabello con fuerza mientras grito:

-Los odio a todos!

No pasa tanto tiempo para que dos enfermeros entren en la habitación y me agarren de los brazos con fuerza.

-Déjenme! -grito e intento patearlos.

Uno de ellos acerca una jeringa con un líquido transparente a mi brazo y sin darme siquiera tiempo de volver a gritar me lo inyecta. Inmediatamente siento como el frío recorre todo mi cuerpo hasta llegar a mis párpados que se cierran contra mi voluntad.

La misma oscuridad. La misma escena. El mismo chico.

Son simples pesadillas? O aquel chico realmente está sufriendo o peor aún, está muerto?

Al pensar lo último, me entran náuseas y todo mi cuerpo se estremece.

"Él está bien" trato de convencerme.

Sigo sumergida en la oscuridad cuando una voz potente pero lejana inunda mis oídos.

No logro entender sus palabras, solo escucho su voz sin nada. Es raro, pero cierto. Son como gritos de dolor ahogados en fuentes de tristeza y desgracia.

Los ojos se me van abriendo lentamente y pasa unos segundos para que esté completamente despierta.

Miro a mi alrededor. Estoy sola, como siempre.

-Déjenme verla! -grita alguien.

Esa voz hace que el vello de todo mi cuerpo se erice al instante. Es un hombre. O un joven? Su voz es grave pero tiene algo que hace que sea juvenil.

A quién querrá ver? 

Me levanto de la cama. Aún estoy un poco mareada por lo que sea que me hayan inyectado. Sin embargo, ignoro el martilleo que sufre mi cabeza y me dirijo a la puerta.

Mi mente se debate en si debo o no abrirla. No recuerdo que lo haya hecho nunca.

Respiro hondo y finalmente me decido en abrirla.

Sujeto la perilla y lentamente la abro. El pasillo es exageradamente triste y horrible. 

-Yos! -oigo que exclama -Dónde estás? 

Yos? Así me había llamado aquel joven de ojos oscuros. 

Me estará buscando a mí?

Mi nombre realmente es Yoselyn?

Hoy muchos enfermeros en el lado derecho del pasillo. Me pongo de puntillas para ver algo, pero nada. Lentamente me acerco al "show".

-Tengo que verla! Mierda! 

Su voz es preciosa y cada vez que la escucho, siento como mi alma se alegra cada vez más.

Cuando estoy justo atrás de un enfermero todos se quedan callados.

-Yos? -dice el chico.

Oh Santo cielo! Es él.

Me acerco a él y raramente los enfermeros se abren paso ante mí.

-Sabes quien soy? -me pregunta.

Puedo ver como se contiene de lanzarse por mí y estrecharme en sus brazos. Sus ojos me suplican los recuerdos, me suplican que no lo haya olvidado.

Asiento con la cabeza sin dejar de mirar sus intensos ojos verdes.

-El chico de mis sueños -respondo.









MI BOSQUEWhere stories live. Discover now