Capítulo 20

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Si tan solo estuvieras aquí.

El suicidio hoy está entre mis primeras opciones. Esa pequeña y frágil palabra significa algo tan grande y fuerte, mi propia vida. 

Muchos piensan que nosotros nos cortamos o intentamos suicidarnos para llamar la atención, por simple capricho, es más, hasta yo lo pensaba antes y estoy tan arrepentida de haber juzgado a aquellas personas sin conocer la razón de sus actos. La verdad es que no queremos morir, solo queremos dejar de sufrir. El dolor en nuestras almas es tan intenso que limita nuestros sentimientos hasta dejarlos en nada, nuestro acto de misericordia es liberarla de nuestro cuerpo, dejar que sean libres y que escapen de sus cárceles. El ser humano es tan idiota que a pesar de sufrir, sigue persiguiendo aquello que le duele.

Mucha gente nos ha comparado con ángeles que solo buscan volver al cielo, podría ser verdad, pero yo creo que son nuestras almas muy sensibles para un mundo lleno de tanta crueldad. 

<Labios rojos, heridas sin sangre, el dolor del alma no lo cura nadie> 

No, nadie lo cura. Y mi alma está muriendo agobiada con esta tristeza, y nadie puede hacer nada, nadie puede salvarla.

Por qué nadie entiende que lo único que quiero es estar con ella? Abrazarla, besarla y amarla toda la eternidad. 

A veces la vida nos arrebata momentos que nunca podremos disfrutar, y a mí, me ha arrebatado demasiados.

Sumergida en este abismo de tristezas, amargas decepciones y promesas rotas; no veo un mañana.

Agarro la pistola de papá, está tan fría entre mis manos. Acurrucada en la esquina del baño, derramando mi última lágrima en vida. Sujeto el arma con más fuerza y lentamente la llevo a mi boca. Respiro hondo, pensando que de aquí no pasaré. Es triste pensar en lo que dejo, pero realmente que me queda? Pongo mi dedo índice sobre el gatillo, y realmente espero que el dolor colapse.

Disparo.

Un limpio y directo disparo en mi boca. 

Siento la bala atravesar mi garganta e inmediatamente el dolor se propaga por todo mi cuerpo. Es terrible cuanto dolor siento, me desmayaré en cualquier momento a causa del dolor. 

Mi cuerpo cae al suelo y queda tendido como un disfraz viejo. La sangre se escurre de mi cuello. Y finalmente la oscuridad me consume, sin embargo, el dolor sigue tan latente como desde un principio.

Abro lo ojos y suelto un horrible grito.

Solo fue una pesadilla.

Miro a mi alrededor y solo hay arboles, y una fresca brisa que se esparce por toda mi piel. Estoy en mi bosque.

Ojalá Jaden estuviera aquí, para estrecharme en sus brazos, oír los latidos de su corazón y que me diga que todo estará bien. Sin embargo, ahora me encuentro sola.

Él nunca volverá a estar. 

"Estoy perdidamente enamorado de ti" sus palabras se repiten constantemente en mi cabeza, y es tan difícil soportarlo.

Mis lágrimas empiezan a correr nuevamente y escondo mi rostro entre mis rodillas, mientras sollozo inconsolablemente. Hasta que me sobresalta una mano en mi hombro.

-Jaden?! -volteo inmediatamente.

Sin embargo me encuentro con la tierna y consoladora figura de mamá. 

-Soy yo, cariño. -me sonríe con tristeza.

-Estás aquí! -exclamo y corro a sus brazos.

-Estoy aquí -afirma.

MI BOSQUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora