*Capítulo Cuatro: "Aún me Amas"

7 1 0
                                    

Mis piernas flaqueaban cada vez que sus inquietantes ojos oscuros escudriñaban mi cuerpo de arriba abajo; mi corazón latía desembocado cuando el rocé de sus manos, siempre frías, era percibido por mi piel

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Mis piernas flaqueaban cada vez que sus inquietantes ojos oscuros escudriñaban mi cuerpo de arriba abajo; mi corazón latía desembocado cuando el rocé de sus manos, siempre frías, era percibido por mi piel.

Al cerrar los ojos y mantener mi raciocinio en blanco durante algunos segundos, que parecían una eternidad completa, él, mi personificación del amor, era mi única verdad. Su potente voz de general, la personalidad de hierro que manejaba mis sentimientos y su linda cara de niño, era lo primero en lo que podía concentrarme. No cabía para una idea adicional. Él ocupaba por completo cada sitio libre de mi ser.

¿Qué estaba sucediendo conmigo? Me pregunté divagando por senderos desconocidos del amor, que nunca vi ni siquiera en sueños. Muy a menudo intenté hallar la respuesta a una pregunta tan obvia. No lo quería aceptar la realidad: al fin me consumió aquel sentimiento que durante muchos años rechacé. Era dependiente a un extremo inconcebible para cualquier ser humano normal; alejada de la cordura que se suponía debía cultivar en mi vida. Sí, era dependiente de un amor. Dependiente de un hombre. Dependiente de todo lo que conllevaba adorarlo con la desesperación propia de un condenado a morir, que por todos los medios quiere tomar un último suspiro.

Lo amaba demasiado y no existía ni un sólo instante que pudiera dejar de pensar en él. Zhou Mi se convirtió en una especie de fragancia traicionera que me obligaba a seguir un extraño camino de espinas. Una ruta que tenía como destino final un abismo del que no tendría salida. Mi cerebro, ahogado por los sentimientos de mi corazón, gritaba que lo mejor era no seguirlo. Aun así, al concluir el día, mi cuerpo acababa en lo más profundo de aquella siniestra fosa. Estaba enferma de amor. Obsesionada con él. No importaba qué diablos me hiciera. No interesaba el método que empleara para dañarme. Lo amaba más que a nada en el mundo y confiaba en el hombre que era dueño de mis días y noches enteros.

Era extraño imaginar a una persona de mi tipo, desviviéndose por la felicidad de alguien más. Era complicado de explicar en términos sucintos que me logré enamorar y no tenía escapatoria.

El amor profesado por los jóvenes, que viven de las emociones a flor de piel, era como jugar con fuego en medio de una llovizna de verano; al contrario de un torbellino sin principio y final, el amor de los adultos, se caracterizaba por ser calculador y precavido, un romance único y sin heridas, cuidado al milímetro desde su florecimiento. Entonces ¿Qué estaba mal conmigo? ¿Por qué no era astuta y observadora? No era una niña, a pesar de ello, mi comportamiento no era normal.

Llegaban momentos en los que me sorprendía a mí misma escribiendo cartas para Mimi, cartas que por supuesto, nunca llegué a entregarle. No era bueno que él supiera cuánto lo amaba cada centímetro de mi corazón. No cuando los sucesos de nuestra relación empeoraban la convivencia segundo a segundo.

En aquellos años, arribó al ambiente uno de los veranos más cálidos sentido en varias décadas. El cambio climático, casi siempre beneficiaba al frío, dejando de lado el calor natural, que abriga a las personas, por el contrario, en esa ocasión, las cosas eran diferentes.

[+18] Y por esa razón terminamos [Finalizada]Where stories live. Discover now