*Capítulo Once: "Te amo, ChunChun"

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~Zhou Mi~

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~Zhou Mi~

Hiraku elevó las manos en dirección a su perfilado rostro de doncella; y frotó sus ojos con fuerza mientras se sentaba en el sillón, que se hallaba un tanto hundido por su peso.

Una rápida inspección a su figura me indicó que aún vestía la ropa con la que fue al trabajo.

Se veía tan hermosa usando pantalones de tiro largo y rayas, la blusa metida dentro de la pretina la hacía lucir educada y moderna, aunque en ese momento su forma de vestir era lo de menos, a mí siempre me gustó percatarme del más mínimo detalle en su cuerpo esbelto y delicado. Sus cabellos rubios estaban desordenados, y quizá, con una sola separación de mis dedos, quedarían lisos. Un mechón resplandeciente, cayó sobre su rostro, ocultando la terrible marca que lejos de menguar su belleza, le daba un toque de mártir angelical, que prometía desbordar mi libido.

ChunChun se levantó por completo y se acercó a mí con una sonrisa dibujada en sus sonrosados labios. Además, en esas pupilas azules, se distinguía una felicidad solemne que se encendía por mí.

La luz del televisor sin volumen no alcanzaba a enfocar la expresión de mi rostro desgraciado. Tal vez, si ella hubiese visto la anormalidad en mi semblante, no se habría acercado con tanta confianza.

Como un niño pequeño que necesita abrigo, la abracé y acomodé mi cabeza sobre su cálido hombro. Mi respiración agitada, los latidos irregulares y mis manos temblorosas, todo ello, ansiaba un tranquilizante, que me brindaba su piel.

No lo quería aceptar; sin embargo, me estaba sucediendo lo mismo que la primera vez que lo hice.

—¿Dónde estuviste? —Preguntó—. Estaba muy preocupada por ti —confesó enredando mi cabello entre sus dedos. Su suave tacto me dio la calma que mis sentidos anhelaban. Mi ardiente alma no dejaba de flamear bolas de fuego que amenazaban con incendiar un bosque entero. Ella, mi lluvia, era la única capaz de regresarme a la vida y apagar la maldad en mi corazón. Pese a mi temor; no me despegué ni un solo segundo de su agarre; ni siquiera me dispuse a responder la sarta de estupidez que imaginaba mi consciencia; lo único importante era permanecer en esa posición el resto de la vida; sin estar alejados, unidos para la eternidad—. ¿Ocurre algo? ¿Qué pasa? —dijo preocupada por el silencio fúnebre que nos envolvía.

Hiraku no era idiota. Podía fingir no darse cuenta de muchos hechos imperceptibles para la vista, mas ella no era una indefensa mujer que se tragaba lo que le decían; en realidad, ella ya estaba sacando conclusiones de situaciones no concordantes en su entorno; muchas veces me asustaba su inteligencia. Manteniendo mi postura sosegada; levanté la mirada y tomé sus mejillas entre mis manos; las acaricié con ternura, sin rozar la marca que ya había vengado. Antes de hacer que su rostro se acercara al mío; le musité lo mucho que la amaba y la amaría por el resto de mi vida.

La besé como nunca antes lo hice, y ella me correspondió con el deseo intenso que exigían mis labios ansiosos por robar su aliento. No era un beso común en nuestro ya conocido set de caricias, mi boca no se quedó sin degustar el rincón más oculto de su piel y Hiraku gimió unida a mí. Tras rozar nuestros cuerpos, ella volvió a soltar un sonido distorsionado que me hizo desearla.

[+18] Y por esa razón terminamos [Finalizada]Where stories live. Discover now