*Capítulo Catorce: "Lo sabe"

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Aquella "sencilla conversación" se convirtió en la gota que derramó el vaso de mi suplicio

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Aquella "sencilla conversación" se convirtió en la gota que derramó el vaso de mi suplicio. Escuchar la voz apacible de la mujer, que ahora disfrutaba plenamente de lo que por derecho me pertenecía, terminó resquebrajando la poca fortaleza que había logrado restablecer en mi interior. ¿Por qué me pasaba eso a mí? Apoyada contra el vidrio de la cabina telefónica, me repetí la misma interrogante cientos de veces, hasta perder la cuenta del tiempo y espacio que tenía en ese mundo para nada perfecto.

Mantener mis sollozos a raya a partir del momento que colgué el teléfono fue casi imposible; creo que cualquier otro ser humano habría perdido la cordura hace mucho, saber que la persona que amas te cambió no es nada sencillo de asimilar de la noche a la mañana. Me estaba destrozando por dentro conocer la realidad. Zhou Mi era feliz con otra, entonces ¿Dónde quedaba yo? Sollozando contra mis piernas recordé el momento exacto que me pidió matrimonio: de rodillas y extendiendo frente a mis ojos una cajita que contenía un costosísimo anillo de compromiso; jurándome que nuestra sagrada unión perduraría para siempre, incluso más allá de la eternidad.

Recuerdo que en ese tiempo ya me encontraba hechizada por su sonrisa, estaba locamente enamorada de él y a pesar de solo besarlo ya era su esclava. Sin medir la magnitud de mi amor, me aventuré a decirle que lo pensaría; todavía no me encontraba segura de dar el siguiente paso. Al escuchar mi respuesta; él sonrió entristecido, pero mi corazón terminó traicionándome unos meses después. Decirle que ocasionó que casi perdiera el control de mi cuerpo. Lo deseaba de todas formas, pero cuando empezamos a besarnos con más intensidad; lo aleje de mí bruscamente y le di dos cachetadas que le dejaron marcada la piel de las mejillas. Tal vez mis constantes desplantes y negaciones habían cosechado sus frutos.

"Zhou Mi", pensó mi mente nublada por el llanto; abrazando mis rodillas deseé volver a ser la misma mujer fría del pasado; alguien sin corazón a la que le importaba una mierda los demás. Su engañoso amor; su entrega incompleta; la manera sugestiva de enredarme en los finos hilos de su amor, logró convencerme de darle algo que nunca nadie tuvo la aspiración de poseer. Le entregué absolutamente todo; nunca le puse objeción a sus peticiones, que muchas veces me asustaban; le di sin pensarlo aquellas cosas que jamás me atreví a enseñarle a los demás; pero ahora me abandonaba y me dejaba vacía; sin gloria y sin esperanzas de conocer lo que algunos llaman absolución.

No tengo noción de cuántas horas seguidas lloré dentro de la apretada cabina telefónica; mi cuerpo me dolía mucho y las venas de mi frente estaban hinchadas, comparándose a un pequeño chorizo. Rota y sin posibilidad de reconstruirme; ya no tenía autoridad sobre mis extremidades; les daba órdenes, pero ellas no obedecían y se quedaban en la misma posición desvalida que adopté en el peor momento de mi vida. Nada prometedor se veía dentro del panorama; lo único claro es que mis ojos rojos por el llanto se detuvieron de derramar lágrimas cuando la puerta de la cabina se abrió y la leve luz de un poste de alumbrado chocó contra mis rostro.

—Chunchun —suspiró aliviado; parecía que una parte de su alma retornaba a su cuerpo—. ¡Qué bueno que al fin pude encontrarte! —dijo esa voz amigable, que muchas veces había sido el cobijo de mi alma atormentada. Fue reconfortante oír su jocoso timbre, ahora apagado por la preocupación que conllevaba verme en ese deplorable estado. Antes de levantar el rostro y enseñarle mi destrucción anímica; esa persona me recargó entre sus brazos—. Ahora iremos a casa para que puedas descansar como es debido —volvió a soltar aire. Me acurruqué en su pecho y busqué calor; mi cuerpo sentía frío y pesadez—. Tranquila, ya llegamos al taxi —me orientó de nuestra ubicación cuando introdujo mi cuerpo a la parte trasera del auto. Al contrario de lo pensado; él acomodó mi cabeza sobre sus rodillas y acarició mis cabellos para brindarle confort. Recostada en posición fetal, volví a enjugar mis sollozos; esta vez consolada por uno de mis mejores amigos.

[+18] Y por esa razón terminamos [Finalizada]Where stories live. Discover now