*Epílogo:

4 1 0
                                    

"Porque el tiempo no podría detenerse ante sus ruegos lagrimeantes de apremio por obtener el fragmento misterioso, que encajaba con los hoyos oscuros de sus corazones sangrantes de desdicha inhumana y así consiguieran sonreír falsamente a las desg...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

"Porque el tiempo no podría detenerse ante sus ruegos lagrimeantes de apremio por obtener el fragmento misterioso, que encajaba con los hoyos oscuros de sus corazones sangrantes de desdicha inhumana y así consiguieran sonreír falsamente a las desgracias, ellos nunca recibirían la redención cósmica que conllevaría al ansiado: seremos felices nuevamente".

El espejo reluciente de malas vibras retrató al milímetro el reflejo que él anhelaba observar al menos una milésima de segundo antes de apartar la vista. Él suspiró agotado, arrastrando tras de un acallado sollozo, el motivo primordial que tendría el poder suficiente para dividir en más partes su alma. En la intensidad abrumadora de sus ojos se apreció la plétora opacidad brindada por sus sombrías. Él no se creía merecedor de un final estilo cuento de hadas y tampoco lo buscaba, eso ya no iba acorde a su nueva forma de mirar al mundo a su alrededor. Zhou Mi no era la misma persona y su único amigo no necesitaba contar con un título en psicología para descubrir amplias diferencias que marcaban un visible antes y después en su carácter disfuncional.

Desde el adiós definitivo le fueron suficientes seis meses para ejecutar macabras ideas desarrolladas por una mente enferma. Nunca tuvo la más remota intención de cometer semejantes actos contra hombres que se lo merecían, pero allí se encontraba, con las manos sucias y hediondas de maldad; teniendo en su hoja de presentación el suficiente historial para ser temido entre las multitudes del bajo mundo y el basto dinero en los bolsillos para comprar una isla paradisíaca con todas las mujeres que quisieran pasar un buen rato acompañándolo, pero él no soñaba poseer a cualquier mujer.. Él deseaba saborear la dulce piel de una preciosidad en particular; una muy cariñosa y atenta que por idiota permitió escapar de sus manos. Ella aún habitaba la extensión entera de su piel. El aroma que desprendían sus tersos cabellos dorados y la miel embriagante de sus besos lo importunaban, martirizando cualquier momento de sosiego.

Parpadeó revoloteando sus pestañas tupidas, quitando la imagen de su cuerpo contra el suyo. La lámina de cristal frente a su rostro le devolvió el saludo con la misma languidez y los breves minutos empleados en inspeccionar su rostro, le ayudaron a descubrir una sombra oscura e incipiente que delataba que ya no se trataba de un veinteañero a punto de conocer el mundo. Volvió suspirar desganado, eliminando sus ganas de proseguir.

Abrió la llave del grifo y juntó las manos para llenar el líquido, que sin el mayor cuidado, se lanzó a la cara. No había nada mejor que despabilarse con un poco de agua fría. Tras repetir la misma acción tres veces continuas, agarró la pequeña toalla que reposa en un perchero y, mientras, quitaba de su rostro las pequeñas gotas de agua que resbalaban cuesta abajo, avanzó fuera del cuarto de baño. Una amplia habitación con varios sofás y muebles lujosos lo recibió fríamente. Su mirada inspeccionó cada rincón del lugar, buscando anormalidades; asegurándose que nada frustrara su soledad, lo primero a realizar fue dirigirse al velador para extraer el único objeto que seguía brindándole un ápice de esperanza en medio de un océano de desilusión. Acomodando la toalla sobre su hombro descubierto, abrió el cajón y sacó el libro que contenía una foto simple. Cuando sus ojos se posaron sobre la imagen, sintió que un conjunto de sentimientos inocuos dentro suyo rogaban por salir a flote y regir el control absoluto de su corazón. Los delgados y largos dedos delinearon la figura dibujada e, inconscientemente, anheló que sus ojos tuvieran los párpados elevados; sin embargo ella permanecía imperturbable, durmiendo en la cama que compartieron durante un determinado límite de años. Recordaba muy bien que lo orilló a tomar la foto que ahora actuaba como un salvavidas.

[+18] Y por esa razón terminamos [Finalizada]Where stories live. Discover now