*Capítulo Quince: "Adiós"

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Lo primero que hicimos al pisar la entrada del hospital fue dirigirnos a la sala de ultrasonidos, en la que ya tenía reservada mi cita con la radióloga

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Lo primero que hicimos al pisar la entrada del hospital fue dirigirnos a la sala de ultrasonidos, en la que ya tenía reservada mi cita con la radióloga. Bastó con darle mi nombre completo a la recepcionista para que me indicara que debía esperar unos segundos, ya que aún estaban atendiendo a una paciente. Dando un suave gracias a la joven de cabellos bien recogidos en un moño alto, me dirigí a sentarme junto a Mary, mientras me contaba chistes subidos de tono. Aquella era la parte que me agradaba de mi amiga: siempre buscaba la manera de alegrarme a pesar de ponerse en ridículo. En medio de risas, Mary me comentó que estaba saliendo con un chico muy atractivo que había conocido en un bar; aunque seguía queriendo a su ex, no podía pasarse la vida muriendo de amor por él, y tras una charla que casi la quiebra en llanto; nos dijeron que podíamos pasar a realizar en chequeo.

El procedimiento para iniciar la ecografía fue el mismo que me hicieron la primera vez; me indicaron que debía tumbarme boca arriba en la camilla; descubriendo con cuidado la parte inferior del abdomen. La radióloga, que vestía una bata blanca y un pantalón de la misma tonalidad, me aplicó el mismo horripilante gel frío sobre la piel. Al notar mi incomodidad, me explicó que aquella maldita cosa permitía una mejor transmisión del ultrasonido, impidiendo que se interpongan pequeñas burbujas de gas entre el transductor y mi piel; además, facilitaba el deslizamiento de la sonda. A mí me habían hecho aquellas pruebas antes, pero por más que intentaba, no recordaba que la otra radióloga me hubiera dicho algo similar. Aunque la exploración era indolora; podía notar la presión de la sonda en el abdomen. De vez en cuando la radióloga apretaba un poco más duro para acercar la sonda a mi bebé o al menos, eso me indicó al ver un gesto de incomodidad en mi rostro.

—Y ¿ya se puede conocer el sexo del bebé? —Preguntó Mary, rompiendo el silencio de la habitación y señalando la pantalla con el índice.

La radióloga la observó de pies a cabeza y sonrío, por un momento ella había creído que quién preguntaba era yo. Mary se veía tan entusiasmada con mi embarazo que parecía irreal su comportamiento.

—La posición del feto es precisa y la cantidad del líquido amniótico permite ver el sexo del bebé en este preciso momento —la encargada siguió pasando el transductor por mi pelvis y la zona inferior de mi abdomen, buscando una anormalidad que pudiera ser perjudicial, pero gracias al cielo todo iba en orden.

— ¡De verdad! ¡Díganos qué seré el pequeñín! —a Mary le brillaron los ojos; poniendo las manos a cada lado de sus mejillas se mordió la comisura de los labios; expectante de saber el comunicado de la radióloga.

—Primero debemos saber si la madre quiere que le digamos que será su bebé —la muchacha apretó la sonda con un poco de presión.

—Amiga di que sí quieres saber, por favor —exclamó una suplicante Mary. Ella se apartó del monitor y caminó hasta mí para hacer convincente su petición. Con sus ojos de perrito logró convencerme de inmediato; esa mujer siempre lograba salirse con la suya. La radióloga me hizo una señal en son de pregunta y asentí meneando la cabeza. Mary y yo no estaríamos feliz sin saber que sería mi bebé.

[+18] Y por esa razón terminamos [Finalizada]Where stories live. Discover now