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Mi nombre es Michelle Wallas, pero mis conocidos suelen llamarme Michi, tengo 17 años y pronto saldré del colegio para emprender mi camino a la universidad. Mi meta solía ser llegar de primera en la lista de notas de Jackson, pero mi sueño siempre fue frustrado gracias a Chase Frederick. Este chico es un arrogante idiota que tiene a la mayoría de los estudiantes bajo su dominio gracias a tres absurdas reglas. Yo era una más de las que cumplía las normas, sin embargo, todo cambió cuando supe que él sería mi nuevo vecino. Tras una serie de eventos que no deseo mencionar, ambos comenzamos a salir hasta que me enteré de que él tiene una fijación con las rubias que se parecen a Ellen Grimes, su exnovia muerta, quien lo engañó con uno de sus amigos. Luego de entender que él salió conmigo solo por esa razón, me uní, indirectamente, al club de exnovias de Chase.

Así es, oficialmente soy parte de aquel nefasto club de chicas a las que Chase le rompió el corazón en mil pedazos.

La verdad, no se siente para nada bien. Lo bueno es que no terminó conmigo de una forma humillante, como pasó con Jessie T., ni frente a todo Jackson para hacer de mi vida una miseria que recordaría para toda la vida. Sé a la perfección que a estas alturas ya todo Jackson debe saber que el dictador caprichoso y codiciado está soltero otra vez.

Por otro lado, también debo destacar lo bueno que fue golpearlo con todas mis fuerzas en su rostro, cuando me miró con ojitos de perro abandonado, luego de confesar que estuvo conmigo por mi parecido con Ellen. Sentí que mis nudillos se hacían añicos, pero valió la pena descargar mi rabia en él.

Eso fue bueno.

Ahora, un montón de cosas calzan a la perfección. Entiendo el por qué se disculpó en el cementerio cuando nos llevó, a Anne y a mí, a la tumba de Ellen. Se excusó conmigo sabiendo lo que hacía, siendo consciente que no era algo bueno.

Me ilusionó con palabras y gestos lindos, mas todo fue por un estúpido trauma con su exnovia.


Parece digno de telenovela. ¿Quién podría haberlo pensado? A mí ni siquiera se me pasó por la cabeza ese motivo. Creí que nuestros sentimientos, es decir, sus sentimientos eran verdaderos. Quizás lo fueron en su momento, pero tras ellos ocultaba algo más.

Antes de marcar su mejilla con la fuerza sobrenatural que emergió de mi interior, intenté aclarar mi mente para satisfacer mi faceta masoquista que deseaba sufrir.

—Tú me contaste —dije. Tuve que tragar saliva para disipar el nudo en mi garganta que avecinaba un llanto que no quería dejar en evidencia— sobre el primer día en Jackson, cuando tuvimos que hacer un trabajo y discutimos sobre si el tomate era o no una fruta. Dijiste que desde ese momento comenzaste a observarme, que fue el comienzo de todos tus sentimientos. ¿Es falso? ¿Acaso nunca te gusté de verdad?

Rompiendo tus reglas ⚡️Versión antigua ⚡️Where stories live. Discover now