Epílogo

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—¡ATCHUS!—Mi estornudo exageradamente sonoro llama la atención de la pareja que está una mesa más allá de la mía— Perdón... —mascullo, sintiendo mis mejillas arder al notar la desaprobación en sus rostros.

¡Lo odio, lo odio, lo odio!

¿Cómo ha podido hacerme esto? Ya va media hora desde que llegué al lugar donde acordamos juntarnos para charlar y pasar el frío bajo el calor de alguna taza con chocolate caliente. Llevaba tanto tiempo planeando este reencuentro que la ansiedad acaba de irse con el estornudo que he dado.


¡Idiota!



Dejé el calor ameno de mi departamento para verlo y no se ha dignado a aparecer aún... Estúpido arruina citas románticas. Se supone que las chicas son quienes se tardan en llegar a las salidas ¡No los chicos! O es así como ocurre en todas las películas donde los dos enamorados planean juntarse, ella llega tarde y le pregunta a él si esperó mucho, a lo que él responde con una mentira diciendo que no.


Como sea... Comienzo a sentirme como una verdadera tonta, desechada por el único chico con el que he estado en mis veintitrés años de edad. Porque sí, a pesar de los años, y tener universidades separadas por kilómetros de distancia, Michelle Wallas solo ha tenido ojos para un hombre; quien irónicamente trajo consigo desgracia tras desgracia a mi vida, haciéndome quedar en el segundo puesto en la tabla de notas, con un diploma horroroso al esfuerzo.


Aún puedo revivir aquel momento en la ceremonia de graduación, cuando el profesor Marshall me llamó para recibir el diploma al esfuerzo, mis pasos fantasmales por la alfombra roja, de camino a la tarima, a recibir aquello que no deseaba. Los gritos y aplausos de los demás. El tropiezo que di en las escaleras. Los fotógrafos y los flashes de sus cámaras... Aún resuenan en mi cabeza las palabras del viejo instructor al entregarme ese horroroso trozo de papel:


«Se lo dije, señorita Wallas: El amor es una debilidad. Su noviecito hizo todo para que lo notara que hasta le quitó el puesto a la mejor estudiante... Qué ironía, ¿no?».


Debería ganar el Record Guinness por eso, ni siquiera sé el porqué continúo con el ser despreciable que me robó mi querido puesto y me hizo quedar de segunda en la lista de notas. Bueno, lo sé, pero es inexplicable, ¿okey? Nadie en su sano juicio saldría con su peor enemigo.


Pues bien, creo que aún estoy a tiempo de conservar la poca dignidad que me queda y largarme lo antes posible de este espantoso restaurante para parejas enamoradas.


Tal vez, debería esperarlo unos minutos más... Nah.


Dejo el dinero de la cuenta sobre la mesa de madera y me quedo observando unos segundos el centro de esta. Es un macetero decorado con corazones y con una pequeña flor sintética de color rosa con el centro amarillo. Méndigo día de San Valentín... ¿Debía ser este día, además? No podía dejarme plantada cualquier otro. No, claaaaaro que no.


Les daré un pro-tip para cuando su cita los deje plantados. La solución a ese problema es fingir que algo inesperado ocurrió y que por ese motivo debes largarte. Para ello, tu celular se volverá el mejor aliado que podrás tener porque, no solo sirve como distracción, sino también como medio para que tu mentira tenga sentido. Sigue mis pasos y verás cómo funciona.

Rompiendo tus reglas ⚡️Versión antigua ⚡️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora