Dulce venganza.

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26. Dulce venganza.

El menor se separó de el oído de Dallon, lo observó con una sonrisa torcida y con una mirada llena de ira. Lo único que Dallon pudo hacer fue tragar saliva y actuar como si no supiera nada. El sabía que Pete haría algo descabellado para separar a Ryan de Brendon, ya que él lo incitó a ello. No tenía idea de que había hecho con exactitud.

—¿has estado bebiendo?

Fue lo único que pudo salir de su boca, diciéndolo con gran nerviosismo y temor de sus propias palabras.

—Voy a hacer que pague por lo que hizo—al pelinegro no le importo lo que su amigo tenía para preguntarle.

Brendon se fue a su cuarto, tambaleándose por todo el departamento, golpeando cada mueble que se cruzaba por su camino y con visión un tanto borrosa. Milagrosamente consiguió llegar a su habitación sin ayuda, abrió la puerta y en la oscuridad de la habitación comenzó a quitarse la camisa, hasta quedar en ropa interior y caer rendido en su cama, ya ahí durmió profundamente.

Al despertar se encontró con Dallon mirándolo desde su puerta, aún se encontraba abierta, Brendon lo miró, no estaba de humor; tenía una fuerte resaca que hacía que el más mínimo ruido fuera un martirio para su cabeza.

—¡¿Puedes cerrar la maldita puerta?!—gritó mientras le lanzaba una de sus almohadas a Dallon.

Dallon levantó las cejas y cerró la puerta dejando a Brendon solo en su habitación. Este se levanto lentamente, sobándose la cabeza torpemente, pensando que eso arreglaría el fuerte dolor que sentía, se puso los primeros jeans que encontró en el piso, no se tomó la molestia de revisar si estaban limpios o no, solo los colocó en sus piernas. Tomo una camisa negra que encontró rápidamente en su closet y bajo las escaleras para ir con Dallon.

Al bajar se dirigió a la cocina ya que ahí se escuchaba ruido, se encontró con Dallon reparando lo que aparentemente era el almuerzo, Dallon se volteó a verlo y le dio un vaso con una bebida la cual se veía un tanto rara.

—Un remedio para la resaca.

Él aceptó el vaso pero no bebió su contenido, él creía que no necesitaba esa cosa.

—¿Vas a ver a Ryan hoy?—pregunto Dallon mientras servía en dos platos el desayuno que estaba preparando.

Brendon se rasco la nuca, un tanto inquietado, claro que quería ver a Ryan pero no sabía si podría soportar verlo tan mal.

—Si, iré—Después de hablar miro su celular para checar la hora—, perdón Dallon me tengo que ir—se volteó y fue directo a la puerta.

—¿Por qué te vengaras?—cuestionó el más alto antes de que se fuera, lo miro esperando una respuesta, mientras que Brendon solo negaba con la cabeza.

No respondió a la pregunta y solo se fue, Brendon ni siquiera recordaba el asunto de la venganza y por más que quería hacerlo aún no era tiempo. Por otro lado, tenía que ver a Ryan, necesitaba verlo. El día anterior no había sido nada fácil para ninguno de los dos. Necesitaba volver a ver a Ryan, solo para saber que todo lo que pasó no fue solo un recuerdo borroso.

Camino hasta el hospital al que habían llevado a Ryan, quería caminar ya que así podía aclarar su mente, y, aunque las calles de Los Ángeles eran bastante ruidosas, él sentía que ese ruido le ayudaba a concentrarse. Solo una cosa caía en la cabeza de Brendon: el ruido que hizo la bala. Era algo que no sabia como sacar de su cabeza.

Caminó, mucho, estaba cansado, pero por Ryan el daría tres vueltas al mundo si era necesario.

Al llegar al hospital no pudo evitar sentirse mal, aunque era menor esa sensación. Pasó por la sala de espera hasta la recepción, ahí pregunto por Ryan y si podía pasar a verlo, la recepcionista le accedió el paso dándole un gafete que decía "visitante", y por último, le dijo el número de cuarto. La habitación de Ryan estaba en la tercera planta así que subió por el elevador. Camino lentamente hasta el lugar donde Ryan se encontraba.

Empujo la puerta con cuidado de no hacer ruido, entro y vio a Ryan dormido, parecía un ángel; se veía mucho mejor que el día anterior, ya no se veía pálido, enfermo; Brendon tomó una silla que se encontraba en un rincón de la habitación y la acerco a la camilla donde yacía Ryan. Se sentó y le tomó la mano con extremo cuidado de no despertarlo o alterarle.

Tomó aire y dio un gran suspiro.

—Perdón por haber huido ayer—se lamentó mientras bajaba la cabeza—, fue tan difícil verte así. No podía soportarlo. Te amo mucho Ryan, y odio tanto el no poder ayudarte—comenzó a jugar con sus dedos mostrando su nerviosismo— temía tanto perderte, cuando te abracé mientras sangrabas podía sentir ese dolor, sentí como a mí también me disparaban, pero en el corazón...

Una voz masculina interrumpió lo que le estaba diciendo, era el doctor Rutherford.

—Disculpe, el tiempo de visitas termino.

Solo asintió y se levanto de la silla, antes de irse se agachó para darle un beso en la mejilla a Ryan. Y sin más, se retiró.

Al salir del hospital reviso su celular y vio un mensaje de Dallon: "Tenemos una presentación mañana Brendon, ven con Spencer a ensayar a las 8:00 p.m.". Solo respondió diciendo que no podía, dando la excusa de que estaba ocupado, pero en realidad sí tenía planes, había llegado la hora de ejecutar su venganza. Sabía exactamente por dónde empezar, el Valentín Spook.

Antes de ir allí pasó por un supermercado y compro alcohol, algunas cervezas y unos cuantos whisky, el problema de el alcohol se estaba convirtiendo en algo un poco serio, no era común que Brendon bebiera dos días seguidos. Después de salir del supermercado bebió dos botellas de whisky enteras justo afuera de el lugar. Estuvo ahí hasta que fue más tarde, bebió todo lo que había y se dirigió borracho y loco al Valentín Spook en busca de su némesis.

Tomó un taxi para llegar más rápido y por qué no estaba en condiciones de caminar por la ciudad, bajo de el taxi amarillo que lo llevaba y entro al bar, al estar ahí lo primer que hizo fue preguntar por Pete, pregunto a cada persona que se encontraba en el lugar pero solo respondían de dos maneras; ¿quién es Pete?, o, no lo he visto desde ayer.

La última persona a la que pregunto le dijo que tal vez el dueño sabría dónde estaba, así que lo llevó a la oficina del dueño. Toco hasta que le abrió el dueño, Joe Trohman, no lo hizo pasar solo salió de la oficina y lo miro potentemente, intimidándole.

—¿Qué quieres?—pregunto haciendo ver su poder.

—¿Dónde está Pete Wentz?—respondió con voz de borracho por el alcohol que había consumido antes.

—Si supiera dónde está ese maldito hoy habría servicio de prostitutas—mencionó sarcásticamente—además de el, mi perra estrella no está, así que por qué no vas a cuestionar a otras personas.

—Ryan...—susurró Brendon para sí mismo, pero Joe alcanzó a escuchar lo que dijo.

—Si, Moon. Si lo ves dile que si no se presenta tendrá muchos problemas, demasiados.

Joe se volteó, dejando a Brendon atrás de él. Brendon se preguntaba qué clase de problemas tendría Ryan, serían malos o muy malos. Tenía que ayudarlo de alguna forma.

—Yo puedo cubrir el lugar de Ryan.—hablo sin pensar.

«»

perdón por tardar tanto en actualizar.

Moon Boy| RydenWhere stories live. Discover now