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Mark se echa a un lado en mi cama con la respiración acelerada. Mi pecho sube y baja con fuerza. Nos miramos, sonreímos y soltamos una risa.

—Joder —se pone el brazo en la frente—, ha sido increíble, mejor que nunca —y juro que al principio he pensado en Erik, pero luego no, juro que luego no.

—Gracias.

—¿Qué has hecho con...? ¿Y cómo...? cuando... —niega—. Da igual, no me lo digas —rio divertida y me inclino para darle un beso en los labios. Me levanto y voy a la ducha. Mientras me enjabono el pelo escucho el agua de la pica correr.

—Así que mañana cerráis el trato con el alemán —dice. Miro la cortina y veo su silueta al final de mi baño con paredes echas por tres biombos.

—Sí —pero no me hagas pensar demasiado en eso... aún sigo sin saber como narices Erik sabe eso—, tendremos que ir a Alemania a cerrar el trato con otra alemana y...

—Espera espera... ¿Tendremos?

—Toalla —saco una mano por al lado de la cortina de ducha y mi mano atrapa una— sí, me voy con él a Alemania —me envuelvo en ella y salgo fuera. Tiene el ceño fruncido—. ¿Qué pasa?

—¿Porqué te vas con él?

—Porque soy su ayudante —tendría que haber empezado esta conversación de otro modo...

—Mia ¿Tú me quieres?

—¿Qué tonterías son esas? eres mi marido.

—Respóndeme.

—Claro que te quiero —al decirlo en voz alta me doy cuenta de la falsedad de mis palabras.

Mierda.

—¿Entonces estamos bien?

—Sí. Cariño. Estamos bien.

No te lo crees ni tú.



Kate vuelve a venir por la mañana e insisto en darle aunque sean treinta dólares.

—¿Tú eres tonta? adoro a mis sobrinos —se sienta en el suelo y le besan la cara—, ya te he dicho que no tengo trabajo, esto me encanta, es como volver a estar en el instituto y trabajar de adiestradora... ¿Te acuerdas de aquel labrador?

—Claro.

—¿Qué harás con tu jefe macizo?

—No me lo voy a tirar. Te recuerdo que estoy casada.

—Está bueno.

—Estoy casada... espera ¿Cómo sabes que está macizo y que está bueno?

—Sale en google —me echo a reír—. ¿Te parece si voy con estas tres preciosidades al parque?

—Max no puede...

—Ya lo he pensado —se levanta y va hacia la puerta, coge algo que ha traído que en ese momento no me he dado ni cuenta. No sé como, pero al desplegarlo, se transforma en una carretilla con un cesto—, puede darle el aire en el parque y moverse un poco.

—Eres la mejor.

—Ya, ya. Pero ahora dime que harás con él ¡Desafíalo otra vez y fóllatelo! —tiene la teoría que le pone que le desafíe, tiene cierta lógica, pero es ridículo— o mejor, flirtea con el alemán, se pondrá que trina.

—No, Kate, no es profesional... ¡Y estoy casada!

—¡Que mas da! Como decimos siempre, Mia; fuma, folla y bebe que la vida es breve —vuelvo a reír.

MIA, ERES MÍA Where stories live. Discover now