9

50.2K 2.5K 679
                                    

Me levanto de un salto después de tener un sueño húmedo donde Erik me ataba, me mataba a sexo con miles de juguetitos. Me siento avergonzada y orgullosa por querer probar este tipo de sexo. Pero soy de esas personas que se mueren por descubrir. Siempre me he preguntado cómo sería, soy incapaz de obedecer todo lo que me dicen, será una oportunidad excelente para conocerme y tener más autocontrol.

Me estoy volviendo loca.

Cojo mi teléfono y veo que es la hora de levantarse, como Max no puede correr todavía, prefiero no ir con ninguno, o todos o ninguno. Me asomo a la ventana y veo el cielo negro por nubes espesas, pero hace un calor increíble. Me pongo mis mallas cortas y mi sujetador de deporte, las zapatillas y me voy a correr. No me llevo al límite y paro cuando tengo que hacerlo, en Alemania me puse en riesgo, tanto cuando me fui a correr como cuando conocí a esos amigos alemanes.

Al llegar a casa Mark está esperando en mi puerta.

—¿Qué narices haces aquí?

—Quiero volver a mi casa y has cambiado la cerradura.

—No es tu casa. No lo es.

—Lo es.

—Mark, lárgate.

—¡No puedes echarme de mi casa!

—La pago yo, es mía.

—Me has dejado sin motivos —se atreve a decirme.

—¿Sin motivos? me has puesto los cuernos.

—No.

—Mark, lo escuché. Lo escuché todo —ahí está ese dolor.

Mejor ahora que dentro de veinte años...

Mejor ahora que dentro de veinte años...

—Te lo has imaginado.

—Lárgate Mark.

Abro la puerta pero le freno cuando le veo las intenciones.

—Márchate, por favor. No quiero hablar contigo.

—Déjame entrar de una vez —me empuja dentro.

—Largo.

—No.

—Mark... llego tarde. Vete —digo exasperada.

—Vete a trabajar. Estaré aquí cuando vuelvas, tranquila.

—No me obligues, Mark.

Se tumba en el sofá. Llamo a la policia y él ni se inmuta.

—Buenos días... mi ex-marido ha... me he separado de él y ha entrado en mi casa por la fuerza.

—Muy bien ¿Puede darme la dirección? enseguida irá una patrulla.

—Gracias.

Cuelgo y miro a Mark. Ha encendido la tele, me trata como si fuera imbécil, como si pudiera hacer conmigo todo lo que quiera. A los cinco minutos llega una patrulla.

—¿De verdad has llamado? —dice cuando abro la puerta de abajo.

—Te he dicho que te fueras.

—Soy tu marido.

—Pero esta es mi casa.

—¡Pero soy tu marido!

—¡Eh! —uno de los policías lo aparta de inmediato— cálmese.

—¡Esa zorra quiere echarme de mi casa!

MIA, ERES MÍA Where stories live. Discover now