8

54.3K 2.5K 796
                                    

A primerísima hora estoy en mi mesa. Es lunes y mi jefe ni siquiera me ha dirigido la palabra, ni el avión de vuelta ni al llegar aquí. Ni un mensaje. Cogí un taxi y fui a directa a casa, Kate me dio la nueva llave y entré al silencioso apartamento donde las cosas de Mark ya no estaban.

Todo lo que pasó en Alemania es desconcertante, sus actos claramente posesivos «Si otro hombre te toca quiero saberlo», sus besos en medio de reuniones, cuando me tocó en el hotel, como me tocó cuando Dominik me miró y como se puso cuando se enteró que vino a mi hotel... pero sobre todo, de ese viaje recuerdo como me tocó, de esa manera tan posesiva. Me enciendo solo de pensarlo.

En cuanto a Mark, sigue consolándome la idea de que mejor ahora que dentro de viente años.

Liam se planta delante de mi mesa.

—Pero bueno... ¿A quien tenemos aquí? ¿Es que no tienes teléfono o que? —me levanto de la silla y abre sus brazo esperando mi abrazo— te he llamado casi cada día.

—He estado muy liada —me sonríe y me lo contagia— ¿Qué pasa?

—Pues que te he echado de menos, idiota ¿Comemos juntos y me cuentas secretos de nuestro jefe? —sé que su comentario es totalmente inofensivo ¡Si él supiera...!

—Claro.

—Ah. Tengo un regalo para ti —sonríe con malicia.

—¿Cómo que un regalo?

—Enseguida vuelvo.

Mientras observo cómo va a su mesa me da por mirar al despacho del señor Dagger, me siento intimidada, vigilada. Y en efecto, su ceño fruncido me mira mientras su mano se queda en su mentón. Esa mirada me enciende. Todo él me enciende. Humedezco mi labio y me lo muerdo. Veo cómo niega y lo suelto. Una sonrisa oscura aparece en su cara. Se borra en cuanto Liam viene a mi mesa.

—Toma —me da una bolsa blanca y pequeña cerrada por un lazo rosa. Lo miro algo incomoda. Odio los regalos y él lo sabe— ábrelo —lo abro y veo una caja de bombones en forma de corazón. Lo vuelvo a mirar— pero serás terca, abre la caja.

—No quiero bombones.

—Ya. Abre la caja, Mia.

La abro y y me echo a reír. En el interior hay condones. Muchos condones, de todos los sabores.

—Bienvenida a la vida de soltera.

—Los usaré —río nerviosa.

—¿Así que he acertado?

—Sí.

—Respecto a lo de Mark —me declara una sonrisa amable— Kate y yo te apoyamos —coge mi mano— te queremos y vamos a ayudarte ¿Vale?

—Gracias... —le abrazo— el viernes saldremos los tres para enseñarte como se liga.

—Anda —digo entre risas— vamos a trabajar.

En cuanto me siento Erik me llama al teléfono interno.

—A mi despacho.

—¿Qué desea señor Dagger?

—Un café solo.

Salgo y voy a la cafetería a por el café de ese chulo imbécil. Cuando vuelvo se lo doy.

—Echa la sacarina y remuévelo —lo miro de mala gana, pero dispuesta a no darle juego lo hago.

—¿Algo más señor Dagger?

—Sí —se levanta y entra en una puerta que no había visto nunca, es nueva. Sale con dos archivadores enormes. Han habilitado una puerta en su despacho para poder acceder al archivo.

MIA, ERES MÍA Where stories live. Discover now