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A pesar de que estoy organizando una boda que se cumplirá en dos días, Erik me evita. No hemos vuelto a hablar de lo que me dijo y la verdad, ni siquiera puedo dormir. No por que haya un fantasma con nosotros, si no por él. No está bien y es un hecho, no puedo ignorarlo y parece que no se da cuenta del daño que me está haciendo.

Además de que la situación empieza a superarme, organizar una boda a ciegas es muy difícil. Erik es quién se ocupa del sitio y no suelta prenda. Insiste en que escoja todo lo que quiera y que él lo añadirá ¿Pero como narices lo hago si no sé donde ponerlo?

—Tulipanes blancos —recuerda Kate. Habla con todos menos con Liam—. Erik, tulipanes blancos. Y claveles.

—Sí, me lo has dicho tres veces —se ríe—. Ya sé como hacerlo.

—Te va a encantar —sentencia Nika.

Sí, también me irrita que todos lo sepan menos yo... pensé que no me importaría, era un acto muy romántico ¡Pero ni una pista! ¡Ni una pista de nada! De la boda, de como está realmente, de si ve todavía a su madre ¡Nada!

—Seguro que tendrás mejor cara que ahora —bromea Fred.

—Es tu boda, sonríe un poco —añade Oliver con ironía—, o quizás te has pensado mejor el casarte con este idiota.

—Oliver —le regaña Liam.

—Conozco a mi hermana, o está tan contenta que está seria o no quiere casarse.

Todas las miradas se ciernen sobre mi.

—Es normal tener dudas... —dice Beth algo incómoda cortando el silencio.

—No tiene dudas —asegura Nika—, es su segundo matrimonio ¿Quizás miedo a que salga mal?

La conversación va de mal en peor, pero si hablo, estallaré.

—Bueno, con el imbécil de Mark no tuvo dudas, si las tiene ahora... —Liam, como siempre, habla de cosas importantes distraído, como si pensara en voz alta, no es el momento.

En cuanto él y Kate, se ignoran, actúan como si no tuvieran de nada de lo que hablar ¿Porque la gente de mi alrededor es tan idiota?

Salvada por la campana, mi teléfono suena y me marcho casi de inmediato sin decir nada.

—Mia Clark —respondo secamente.

—Hola...

Al escuchar su voz, me alejo más del comedor y subo al estudio.

—¿Estás fuera?

—Mia... quiero...

—Mark ¿No estabas en la cárcel?

—Sí, pero ya he cumplido los meses que me tocaban.

No respetó la orden de alejamiento y lo encerraron después de que sus padres le pagaran la fianza, pero falló en la libertad bajo fianza y entonces le encerraron sin ella, me pareció poco tiempo y me lo parece ahora.

—¿Y crees que llamarme es un buen inicio?

—Quería disculparme contigo. He podido pensar sobre todo lo que hice mal y te pido perdón. Estoy delante de casa... pero tú no estás o no me abres —ríe nervioso—, solo quiero que hablemos, he traído vino.

—Mark, he salido.

—Oh... vale ¿Y cuando podemos hablar?

—Estoy fuera por negocios, Mark.

—Oh vale, entiendo.

Esperaba que se lo tomara peor... que se pusiera histérico y a gritarme.

MIA, ERES MÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora