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Tengo los dedos entumecidos de tal manera que ni puedo desnudarme yo sola. Erik me ayuda con la preocupación fija en su rostro. Se detiene de cuclillas.

—Mia.

Bajo la mirada y veo mi piel algo azulada y verdosa entre mis muslos. Algunos están desapareciendo, otros resisten.

—Fue Dominik —farfullo—. O yo.

Erik coge una toalla y la moja en la bañera con agua humeante, después, la lleva a mis brazos.

—Bethany es enfermera, me ha dicho que no se te puede meter de golpe en el agua por no se que de las venas, tu cuerpo debe calentarse antes.

Cuando acaba el proceso por todo mi cuerpo, me meto yo en la bañera, he recuperado el movimiento.

Se sienta a mi lado, en el frío suelo.

—Tengo que preguntártelo —no me mira—. A parte de esas marcas... ¿Llegó a tocarte?

—No lo recuerdo. Creo que no.

—Vale —me da un beso casto en los labios—. Ahora dime ¿Porqué quieres marcharte?

—Porque tu querías —trago saliva—. Porque quiero, quiero que empecemos de cero. Como tu dijiste.

—Mia, tenías razón. No podemos desaparecer y ya está, no se puede, no puedo dejar a mis hermanos ahora, no puedo dejar que Nika aguante sola a mi padre y tu madre.

—Le conté a Dominik lo de Jack —grito.

Erik abre los ojos como platos.

—Porque, Amelia.

No me molesta mi nombre completo en sus labios, ahora mismo no, está furioso.

—No lo sé.

—¿Te das cuenta de lo que has hecho?

Se despeina el cabello apoyando su codo en la rodilla.

—Erik, estaba allí tirada, no sé porque se lo dije, de verdad que no lo sé, creí que Dominik te ayudaría, fue tu mejor amigo.

—¡Lo fue! ¡En pasado!

—Lo solucionaré, hablaré con Dominik...

Aunque él ya ha hablado conmigo.

—¡No ¡No puedes acercarte a ese degenerado! ¡Casi te viola!

—Lo siento.

—¿¡Lo sientes!? Si Dominik lo sabe tendré a la policía buscándome a primera hora, tú correrás un grave peligro, tengo que ponerte a salvo.

—Erik... tranquilo, todo se solucionará.

—No, Mia. Conozco todo de Dominik, pero no de Jack y cada amenaza que sale de su boca, me la creo

—Dominik me aseguró que guardaría el secreto —miento—. No podemos buscar soluciones a algo que todavía no ha ocurrido.

—¿¡Es que no te das cuenta que es tu vida la que depende de todo esto!?

Salgo de la bañera y me envuelvo en la toalla para acercarme a él, no para de alejarse.

—Erik, cálmate, por favor.

—No puedo calmarme ¡No puedo perderte!

—Mírame —cojo su cara entre mis manos—, no vas a perderme, no lo harás.

Sus ojos nerviosos me miran y se pierden, una y otra vez.

—No te puedo perder, no puedo. Te estoy matando. Te quiero y te estoy matando ¡Por eso no podías quererme! ¿¡Es que no te das cuenta!? ¿¡Tienes idea de porqué van a por ti!?

MIA, ERES MÍA Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ