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Eufórica, nerviosa y con ganas de besarlo sin importarme nada espero en mi mesa nerviosa. Me hace esperar, pero cuando vuelve se pone delante de mi mesa. Levanto mi mirada poco a poco y me deleito en lo bien que le queda el traje. Cuando lo miro sonríe un poco, muy poco.

—Pase a mi despacho y traiga el informe de los días que me he ausentado, por favor.

No me sale la voz. Asiento y cojo lo que me pide. Entro a su despacho y cierro la puerta. Las cortinas están echadas. Tiro los informes al suelo y voy directa a él. Pongo mi mano derecha en su nuca y la otra en su espalda, lo pego a mi y lo beso descontrolada. Pone sus manos en mi cadera y gimo sin pudor, me acerca más a él y noto una leve erección creciente contra mi estómago. Nuestras lenguas pelean por nuestras malas palabras de estos días separados, por esta ultima y larga semana, por habernos echado de menos. Me deja sin aire y no me importa. Soy yo la que se separa de él. Sus ojos azules cristalinos me indican peligro, deseo, morbo.

—Te he echado MUCHO de menos —digo sin importar que ahora mismo me puede decir que va a despedirme. Le dije que le demandaría.

—Y yo señorita Clark —me pega mas a él y noto su dura erección—. No sabe cuanto deseo follarla.

Sin control alguno, vuelvo a besarlo, por que como siga hablando le daré mis bragas y mi ropa... pero él no está dispuesto a desechar esa opción. Busca el borde de mi falda y la levanta rápido, cuando llega a mis braguitas gime sensual por mi humedad.

—Necesito follarte ahora mismo —dice con la voz ronca.

—Sí, fóllame.

Escucho su cinturón desabrocharse y veo como de su bolsillo saca un preservativo. Sonrío maliciosa y niego apartando la mano de mi. Le quito el preservativo y lo dejo en la mesa.

—Nena, el preservativo se queda.

—Fui al ginecólogo —frunce el ceño— al tuyo, el que había en tu agenda, gruñón —sonríe un poco—. Tomo la píldora y todo está en orden.

—¿Me estás diciendo que puedo follarte sin esa mierda?

—Sí, señor.

Me besa como él sabe. Todo mi cuerpo reacciona. Estoy a punto de explotar. Pone su pene en la entrada de mi vagina y quiero que se hunda, quiero sentirlo. Pero en ese instante, en ese maldito momento. Llaman a la puñetera puerta.

—No —lloriqueo—. Me voy a echar a llorar.

—Erik.

¡Encima es Elizabeth!

Scheiße —sisea—. Continuaremos esto.

Se separa de mi y se pone bien el traje. Me pongo bien mi uniforme y echa una furia salgo del despacho.

—Clark —dice Elizabeth con superioridad—. Pasa conmigo, por favor.

Me muerdo la lengua. Voy a matarla. Paso con ella y Erik me mira divertido ¿Esto le divierte?

—Como te comenté —dice Elizabeth a Erik—, Clark me faltó al respeto varias veces, tiene tres partes.

—Me pediste que te reservara hora en la peluquería, en una esteticien.

—Eres secretaria.

—Soy su secretaría, no tu secretaría.

—Clark —dice Erik "cabreado"—, cuidado con ese tono.

Elizabeth habla sin sentido y yo procuro ignorarla y obviar la cara de Erik que es de todo menos profesional.

—...suspender el sueldo.

MIA, ERES MÍA Where stories live. Discover now