48

19.3K 1.2K 221
                                    

Al notar el colchón hundirse levemente me despierto. Erik me sonríe con cierta culpabilidad.

—Hola.

—Hola.

Me abrazo a él sin darle opción a que me lo niegue, aunque parece que no lo haría, me acerca mas a él rodeándome con su brazo.

—Vas con traje —gruño—. Has estado trabajando.

—Sí.

—¿Qué hora es?

—Tarde, la una de la madrugada.

—¿Cómo estás? —sabe perfectamente a que me refiero.

—Bien.

—No me mientas, Dagger. Sé cuando lo haces —me incorporo en la cama, lista para esa conversación, pero al sentarme siento un profundo dolor que una mueca delata, me tengo que recostar sobre el costado—. Estoy bien.

—Siento muchísimo lo que te hizo.

—Erik...

—Con cada golpe que te daba —empieza—. Sentía que me moría. Puedo aguantar mi propio dolor, pero no el tuyo... no gritaste, no sé si lo hiciste por mi o por él. Pero al ver tu cara...

—Erik, mírame. Ya está...

Me remuevo un tanto al notar como Dominik se había preparado para entrar entre mis piernas.

—¿Cómo ha ido lo de la cinta? ¿Aaron la entregó?

—Sí. Sale en todos los medios, supongo que eso es un castigo por su parte por haberte metido en esto. Pero no le culpo.

—¿Cómo me un castigo?

—Todo podría haber sido más discreto, la prensa no sabía gran cosa, pero ahora sí. Pero Edith ha hecho unas llamadas, alejará los rumores de la empresa tanto como sea posible.

—¿Ha venido?

—Sí, sigue aquí —sonríe—. Sabe que vamos a casarnos —me informa.

Pero no me dirá lo que le ha dicho, no será sincero en esa parte por mucho que él quiera o prometa, sigue habiendo algo de esa mujer que le puede, tengo que respetarlo.

—Tengo hambre —miento.

Quiero ver a esa bruja, no me hará falta palabras para saber que le ha dicho a Erik de su compromiso.

—Puedo traértelo a la cama.

—No —sonrío con ternura—. Prefiero bajar, seguro que no están despiertos, algo de calma para variar.

He dormido demasiado, no voy a poder dormir después, y eso Erik lo necesita. Y no soy de las que se quedan en la cama con los ojos abiertos como platos...

—Oh, la nueva señora Dagger —Edith me sonríe, se quita las finas gafas y apartándose del ordenador que hay sobre la isla me da un beso en la mejilla—. Enhorabuena por tu compromiso.

Evidentemente, no le hace gracia.

—Gracias —ni sonrío, no pienso ser una hipócrita.

—Ven querido, échale un vistazo a esto.

Mientras Erik va con Edith de vuelta al ordenador, abro la nevera, cojo pasta, fresas y algo que parece... chocolate para derretir.

—Cuidado querida, o el vestido te irá justo —me guiña un ojo.

—No te preocupes, Erik y yo hacemos mucho cardio —le sonrío.

—Esto —carraspea Erik señalando el ordenador.

MIA, ERES MÍA Where stories live. Discover now