36

25.3K 1.2K 260
                                    

—Las fotos que te enseñó Dominik, sabía que lo haría, Edith no sabía nada, la utilicé. Allí dentro dije que no me encontraba bien y me fui.

—¿Porque harías algo así?

—Para protegerte. Tenía y tengo que mantenerte alejada, no puedes sentir nada por mi, no puedes estar a mi lado, mirarme como algo más que tú jefe... no puede ser.

—Protegerme de que, Erik —digo algo borde de un ataque de nervios.

—Hace unas semanas, Mc Mad vino a mi despacho, quería que aceptara un cargamento de drogas para llevarlo a Europa. Me negué rotundamente... en cuanto lo hice amenazó con hacerte daño.

—Eso es ridículo.

—No lo es. Te han estado siguiendo. Me enseñó vídeos de ti saliendo del trabajo, de tu casa... incluso de ti desnudándote en tu apartamento.

Me abrazo con fuerza.

—Pero... ¿Porque?

—No puede tocar a mi familia. Los dagger tendríamos protección en cuestión de una llamada. Además, quizás crea que estoy más aferrado a ti.

—¿Y el cargamento?

—Mañana sale a Europa, cuando has desaparecido hoy he llamado para confirmar el envío. Pensé que ese cabrón te había hecho algo...

—Tienes que hacer que ese cargamento se detenga.

—No. Mia, amenazó con hacerte cosas horribles. Me las dijo todas —me mira, me rompe el corazón ver sus ojos tristes—, sé que es capaz. Ya ha muerto una persona porque me negué.

—¿Qué?

—Sí, se llamaba James, era un crío.

Intento ordenar toda la información que me ha dado. Me pasan muchas cosas por la cabeza, y aunque no tenga lógica alguna porque ahora sé el motivo, todo lo que me dijo Erik sigue resonando en mi cabeza.

—Sabías que decir para hacerme daño...

—Lo hice por ti —me coge la mano. Pero se la aparto al momento.

—No. Quiero decir, puede que si, pero deberías habérmelo dicho, no herirme de esa manera.

Vuelve a sentarse en la butaca, se ha quitado la máscara y ha cambiado por completo, parece derrotado, exhausto y preocupado.

—No sabía como hacerlo, la única manera de conseguir alejarme de ti era que me odiaras, que te alejaras tú... y tienes que seguir haciéndolo.

—Quizás entiendo el motivo, pero no podría volver contigo —le miro, lo veo borroso por mis lágrimas—. Me hiciste muchísimo daño.

—Lo sé. Y lo siento. Haría lo que fuese por que no me odiaras.

—¿Lo que fuera? —alza la cabeza, parece esperanzado. Asiente—, dame tu palabra.

—No puedo hacer eso, sé que vas a pedirme.

—Erik, si descubrieran ese cargamento...

—¡Ya sé lo que me espera!

—¡Pues páralo!

—¡No si tu corres peligro!

—Erik, no me pasará nada —salgo de la cama y me pongo frente a él, de cuclillas—, no puedes condenarte de esa manera, te estás mandado a la cárcel tú solo por unas amenazas.

—Unas amenazas a la mujer que...

No lo dice, pero no quiero que lo diga. No quiero que lo diga después de todo.

MIA, ERES MÍA Where stories live. Discover now