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—Por dios —aparta de nuevo a Nika—, estoy bien joder.

Presiona en la cabeza un pañuelo con hielo.

—Joder —le grita ella—. Deja de comportarte como un crío, tienes sangre por todas partes.

—Solo me sangra la nariz, déjame tranquilo.

—Erik, cálmate —intento en tono conciliador. 

—¿Podemos seguir con la gala?

—No, ahora mismo Fred te lleva a casa —le digo yo cogiendo el pañuelo a su hermana para seguir limpiándole.

—¡No! —grita— ¡Dejarme en paz de una vez!

Nika se va cabreada con un "no lo soporto" a pleno pulmón. Fred va con Nika para calmarla y yo me quedo con el alemán cabreado.

—No me mires así, eres mi prometido, tendrás que aguantarme mucho más tiempo.

—Mia, no estoy de broma.

—Ya. Yo tampoco.

Me siento en el suelo, delante de él que está sentado en una silla plegable.

—Anda, levántate de ahí.

Tira de mi mano y me sienta en su regazo.

—Tenemos que ir al médico —le limpio un poco de sangre que tiene en su cuello.

—Estoy bien, es el maldito estrés, te lo he dicho.

—Ya, el estrés, pero me encantaría ir para que me aseguren que con el golpe que te has dado no te has roto algo en tu cabeza cuadrada —le doy unos golpecitos en la sien.

—Pero si me he caído encima de ti... —suspira. Hunde su cara en mi cuello—, lo siento.

—Estoy bien, te lo he dicho.

—Ya, pero te he tirado al suelo y... siento si te he hecho daño.

—Deja de decir eso —veo a esa chica mirándonos des de la puerta al gran salón—. María ¿Porque no dejaba esa mujer de sobar a mi marido? —Le pregunto en tono acosador.

—Bueno, estuvimos saliendo —suelta una risa, creo que ante mi cara—. Cuando era un crío, diecisiete o así.

—¿Tu primer amor?

—Se podría decir que sí.

Aunque parece animado por esto, y me alegro de que esté mejor, no para de molestarme la cercanía con la que ella le trataba.

—Vaya, así que te enamoraste de esa mujer.

—Algo así —alza una ceja—, Clark, tu te casaste con ese capullo y tampoco me hace gracia... pero Maria es inofensiva, puedo presentártela si quieres.

—Me vale con que deje de tocarte, está colada por ti.

—¿Y qué? Si supieras la gente a la que atraes en esta sala, te reirías de lo poco que ella piensa en mi, además, yo estoy colado por ti, así que de eso no tienes que preocuparte —me da un beso cauto—. Vamos, por favor. No podemos irnos así como así.

María muestra su extrema preocupación por Erik y sigue tocándole como si su esposa no estuviera delante. Pero realmente —a pesar de que se nota lo mucho que le gusta—, parece que su forma de ser es así. Muy extrovertida, charlatana y vivaz, para nada concuerda con Erik... ¿Era así de joven? No me imagino un Erik tan hablador.

Yo, a parte de soportar a Maria, sigo sin saber nada de Kate y Liam, tengo miedo de que Erik vuelva a desplomarse así que no me separo de él.

—Puedes relajarte —es más una orden que una recomendación.

MIA, ERES MÍA Where stories live. Discover now