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Cuando no trabajamos, follamos. Y cuando no, hablamos. Erik y yo aprendemos a llevarnos bien y a llevarnos mal. Nos peleamos, pero sin poder soportar estar enfadados nos pedimos perdón y acabamos haciendo lo que mejor se nos da. Me lleva a locales de ambiente liberal donde follamos con otras personas y después, recelosos, lo hacemos entre nosotros, como si hiciéramos el amor.

En uno de esos arrebatos, mientras nos follamos delante de la chimenea encendida de mi habitación, el timbre suena.

—No —se queja jadeante y sigue moviéndose en mi interior haciendo que no me importe una mierda.

—Sigue —jadeo— sigue Erik. Eso es...

Erik lleva su boca a mis pechos y me hace gemir mucho más. Noto su lengua hacerme literalmente temblar.

Siempre lo consigue.

—Más... más...

—Pero si es mi hermano... y no es gay —la puerta está abierta y un chico alemán nos mira con una sonrisa afilada.

—¡Ahh! —corro desnuda al baño delante de los ojos de ese chico.

—¡Me cago en tu padre! —vocifera Erik en alemán— ¡Vete! ¡Espera abajo, joder!

El chico se queja y escucho como la puerta se cierra de golpe. Erik abre la puerta del baño.

—Se ha ido —lleva sus bóxers—, cámbiate, te espero abajo.

—¿Quién es?

—Mi hermano —cierra la puerta y escucho como se va de mi habitación.

Salgo y me cambio; unos jeans claros y un jersey verde fino. Me recojo el pelo y me pongo unas zapatillas cómodas. Bajo las escaleras y al llegar al segundo piso, des de las segundas escaleras escucho como Erik habla en la cocina. Me dirijo allí para encontrarme con una chica joven y el mismo chico que nos ha visto en acción.

—Pero que guapa —la chica se acerca a mi—. Soy Nika, la hermana de ese cabreo con patas.

Me da un beso en la mejilla y me sonríe ampliamente. Lleva su pelo moreno recogido en una coleta alta, va vestida de una forma que sinceramente, me encanta. Sus ojos son oscuros, todo lo contrario de Erik.

—Yo soy Frederik —dice el chico—, siento haberos interrumpido.

Quizás se parece mas a Erik, pero no mucho. Tiene el pelo rubio y los ojos son verdes.

—Soy Mia. Su ayudante y secretaria.

—¡Ya ves si te ayuda! —Fred le da un codazo a Erik, pero este no se ríe. Es Nika quién se encarga de darle un pescozón en la cabeza a Fred.

—¿Podemos agilizar esto? —dice Erik molesto.

—No. Tenemos que hablar del domingo ¡Llevas aquí una semana y nos ignoras por eso!

—¿Qué pasa el domingo? —me atrevo a preguntar.

—Nuestra familia organiza una fiesta —continua Nika—, en honor a mi hermano y mi madre. Una fiesta de cumpleaños, y él nunca quiere asistir, pero tiene que hacerlo.

—No tengo que hacerlo —dice—. Ahora fuera de mi casa, los dos.

—¿Nos echas? —dice Nika escandalizada. El rostro de Erik se endurece— ¡Mírame como te de la gana! somos tus hermanos ¿De verdad nos echas?

—Hacer lo que os de la gana —masculla Erik.

—Venga... no te enfades, eres nuestro hermano mayor...

—Ya, ya —Erik hace un ademán con la mano y coge una cerveza para él y le da otra a Fred.

—Entonces Mia... —dice Nika mirándome— ¿Cuánto te vas a quedar?

MIA, ERES MÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora