Capítulo 13

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El camino de vuelta al campamento de los Circulantes había sido bastante animado. Los compañeros continuaban con el tono de broma que habían iniciado la noche anterior, recordando las fatigas por las que habían pasado a lo largo de todo ese tiempo. Pero esta vez lo hacían de la única forma que se debe recordar: con nostalgia y olvidando todo aquello que les había provocado dolor.

El tiempo pasaba, y Nym se sentía cada vez mejor dentro de aquella pequeña familia que acababa de conocer. Soleys era una chica fuerte, con mucha sabiduría y capacidad de decisión; Anders era un muchacho encantador, que lo tenía todo para conquistar a cualquier mujer que deseara; Canela era un ser majestuoso, pero muy tierno; y Alerigan... era diferente. La joven era incapaz de encontrar una forma de definirlo: era frío, pero cálido; era solitario, pero siempre buscaba la compañía de su hermano. «Es de otro mundo», pensaba entre risas.

—Oye, Soleys, ¿de dónde vienen Anders y Alerigan? —preguntó un día cuando ambas viajaban solas en la Bestia Indomable.

—Vienen de las tierras de la primavera, son Hijos de Dahyn —contestó Soleys con aire despreocupado.

—¿Hijos de Dahyn? ¿Eso qué significa?

—Es un gremio de guerreros o algo así, que luchan para proteger a los humanos de los lia'harel. —Soleys lo dijo sin darse cuenta de con quién hablaba.

Cuando la joven Circulante miró a su acompañante, vio la expresión de tristeza que reflejaba el dolor que le había provocado oír aquella terrible verdad, una verdad que llevaba tiempo rondándole, pero que había sido incapaz de verla. Anders le había contado todo de la expedición a la Montaña Nubia, pero se había ahorrado el detalle del gremio, intentando protegerla.

—Perdona mi torpeza, Nym. No debí decírtelo.

—No, es la realidad y son ellos quienes tendrían que habérmelo dicho. —Dio un leve suspiro—. Pero no entiendo por qué me ayudaron si se supone que se dedican a matar a los míos.

—Ellos no son así, Nym. Míralos. —La Circulante los señaló. Estaban caminando con Canela y jugueteando con los pies en la arena—. Son buenas personas, simplemente se vieron arrastrados a ese lugar por no tener adonde ir, pero dudo mucho que sean unos asesinos.

Nym no dijo nada más, pero su cabeza continuó dándole vueltas al tema. Si tenía la oportunidad les preguntaría sin preámbulos. No pensaba quedarse con la duda, aunque, en cierto modo, le parecía que Soleys tenía razón, era imposible que aquellos dos muchachos que la habían salvado dos veces de la muerte fueran unos asesinos de lia'harel.

No tenía ningún sentido.


Qué lejos quedaban para los chicos los días del gremio, la camaradería entre hermanos no era más que un recuerdo. Esto hacía que Alerigan los tuviera muy presentes, pero Anders estaba disfrutando de la aventura en Shanarim y no extrañaba para nada a los Hijos de Dahyn.

—¿Crees que los muchachos nos echan de menos? —preguntó Alerigan a su hermano, que pateaba la arena a su paso.

—¡Oh, sí! Quien más nos extraña sin duda alguna es tu gran amigo Tiedric. Seguramente ahora anda devanándose los sesos con la idea de no tener a quién mandar a limpiar los establos.

Anders se echó a reír imaginándose la situación: un Tiedric limpiando los establos con la mandíbula apretada y maldiciéndolos recubierto de boñigas de caballo.

—De eso no te quepa la menor duda, seguro que no ha dejado de pensar en nosotros. Yo creo que en el fondo está enamorado de ti, Anders, siempre lo he pensado.

—¿De mí? ¡Qué va! Siempre anda hablando de ti y pensando en ti: «Alerigan esto, Alerigan por aquí, Alerigan por allá...», ¡lo tienes enamorado hasta las trancas!

La Sombra de MiradhurWhere stories live. Discover now