Sangre a la sangre

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Hay momentos en la vida en los que tienes que tomar una decisión tan importante que puede llevarte por dos caminos totalmente opuestos. Yo iba a convertirme en una asesina y vivir con la madre que me abandonó en el bosque, pero decidí que no estaba hecha para eso.

Es un sentimiento insólito el que albergamos hacia nuestra familia. Casi se nos obliga a quererlos por el simple hecho de compartir algo tan insignificante como el líquido rojo que nos recorre el cuerpo. ¿Acaso no sangramos por cualquier cosa? Si es ahí donde está la unión con la familia, ¿por qué la perdemos con tanta facilidad?

Y tampoco sabemos qué hay de cierto en ese vínculo, a lo mejor ni siquiera tenemos eso en común. Cuando Nym me habló de su familia supe que ella se sentía igual que yo, en la obligación de querer a alguien porque la había traído al mundo, a pesar de haberle causado un daño irreparable. Ambas somos hijas de la Madre verdadera, no tenemos que buscar más allá de eso. Además, a día de hoy me he dado cuenta de que hay un tipo de vínculo más grande que el de la familia. La unión más grande que existe es aquella que se fundamenta en el verdadero amor hacia la otra persona, y no tiene por qué ser amor romántico.

No. No me refiero a eso.

Miro a Anders y a Alérigan: dicen ser hermanos, pero entre ellos no existe ningún vínculo sanguíneo. Son hermanos porque les une el amor que sienten el uno por el otro, les une el tiempo que han pasado luchando juntos por sobrevivir. Ahora a mí me une este mismo vínculo a todos ellos: a Anders, a Alérigan, a Nym, a Soleys, a Canela, a Lienne.

La sangre que me unía a mi familia biológica hace mucho tiempo que se drenó de mi cuerpo.

Ishalta, hermana de mis hermanos.

La Sombra de MiradhurWhere stories live. Discover now