Capítulo 24

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Lienne había crecido en las costas de Olusha. Siendo un niño había visto cómo su padre se sacrificaba día a día en alta mar para traer alimento y sustento a su familia. Él había aprendido que solo con el duro trabajo y el sacrificio se conseguían grandes cosas, pero su padre nunca obtuvo lo que se merecía por su gran labor.

Un día su barco regresó al puerto y, como todas las mañanas, Lienne lo esperaba antes de ir a la escuela. Pero aquella mañana su padre no regresó. Los compañeros del barco le contaron que se había caído del barco mientras intentaban pescar una gran presa; todos relataban la pérdida de su compañero con heroicidad, hablaban de cómo se había sacrificado por todos. Pero Lienne sabía que no había sido así: no había gloria alguna en la vida de un pescador, la fama era solo para aquellos que vestían armadura y escudo.

Aún iba todas las mañanas a la misma hora al puerto a ver cómo atracaban sus barcos. Si su padre lo viera ahora, sabría que había conseguido lo que siempre se habían merecido, había conseguido el respeto y la sumisión de todos a su alrededor. A medida que paseaba por el puerto, los pescadores lo saludaban con una inclinación de sus cabezas, demostrando que Lienne era superior a todos los demás.

El tiempo era fresco, pues la brisa marina azotaba los edificios constantemente. El puerto estaba abarrotado de barcos recién llegados de más allá de la Montaña Nubia; el comercio con los nómadas de Shanarim estaba en auge, sus telas y sus especias eran de la mejor calidad.
Lienne cerró los ojos y respiró profundamente la sal que poblaba el aire. Adoraba ser la principal atracción de cuantos lo miraban, siempre vestía muy estrambótico con ropas de colores que no pegaban unos con otros. Ese día había escogido un pantalón bombacho de color amarillo que acentuaba el color cobrizo de su piel quemada por el sol, y una camisa sin mangas verde lima, cualquiera que lo mirara podría confundirlo con una fruta tropical. Además, llevaba siempre un zarcillo de oro colgando de su oreja derecha, entre otros muchos abalorios que utilizaba para demostrar que no era un pueblerino más.

Le había costado mucho llegar a su posición, trabajó muy duro de niño después de que su padre desapareciera en el mar. Tuvo que dejar la escuela y dedicarse plenamente a limpiar el puerto y a descargar los barcos que llegaban, lo que le hizo adquirir una gran fuerza física y su color de piel.

Pero el trabajo en el muelle le duró poco tiempo, él sabía que así no conseguiría nada a la altura de su capacidad. Al poco tiempo se encontró trabajando en el prostíbulo de Olusha, La Casa Perlada, a escondidas de su madre.

Era un muchacho muy guapo, con su cabello rubio largo y sus ojos verde aceituna, lo que le consiguió una larga clientela muy fiel. Pronto descubrió que las mujeres y hombres que trabajaban en aquel lugar tenían el dominio suficiente para gobernar el mundo, pues en la cama la gente importante de la ciudad perdía sus recatos y revelaban muchos secretos que tenían un gran poder.

Lienne no perdió oportunidad y utilizó toda la información que obtuvo durante sus largas noches de trabajo. Así había llegado a chantajear a todas las personas importantes de la ciudad y a convertirse en la mano negra que movía los hilos de todo el lugar.

Cuando recordaba su pasado allí, en el puerto donde todo había empezado y terminado para su padre, no podía evitar sonreír con desdén. Su padre siempre le decía: «Sigue mis pasos, Lienne, y todo te irá bien en la vida». «Pobre hombre, siempre fue un ignorante. Hasta el momento de su muerte creyó que la vida del pescador era la buena vida. Si me vieras ahora, padre, verías que yo con un cuarto de siglo menos que tú, he podido darle la mejor vida a mi familia», pensaba Lienne, recordando lo feliz que era ahora su madre con sus ropas caras y sus joyas. Para aquel muchacho que un día fue pescador, toda persona de esta tierra tenía un precio, y él podía pagar cualquiera de ellos.

El anciano seguía con la mirada los pasos de Soleys, que trazaban una línea perfecta de lado a lado de la tienda de Kindu. Llevaba días nerviosa, sin saber qué hacer y le había pedido que acudiera en su presencia. Este sabía que Soleys estaba dividida entre su cabeza y su corazón. Para nadie había pasado desapercibido el sentimiento que había surgido entre la muchacha y Anders, y estaba claro que estar separada de él le estaba causando un sufrimiento muy amargo.

La Sombra de MiradhurWhere stories live. Discover now