IV

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EL PRIMER PERDEDOR

Una semana.

Una semana pasó desde que Esteban nos contó la verdad sobre el desafío, una semana desde que mi plan de hacerle un estúpido favor a un estúpido compañero de clase se fue al carajo, dejándome encerrada en una puta mansión de la muerte. Por un momento pensamos que era una mentira para asustarnos y el desafío era convivir con la incertidumbre, pero al cabo de los días, vimos como uno de nuestros compañeros desapareció misteriosamente, no lo conocía, pero si sabía en qué cuarto dormía y quién era su compañero.
El desaparecido estaba en la habitación 41, junto con Oliver quien aún era el principal en mi lista de sospechosos.
Al principio todos nos asustamos y preocupamos, pensamos que el era el asesino, hasta que la alarma volvió a sonar, llamándonos a una reunión en la sala. Me encontré con Marcus y Rena, quienes estaban igual de aterrados que yo, en cuanto llegamos a la habitación lo que vi fue peor que en una película de terror.
La cabeza del chico, colgada como cuadro en la pared, tenia los ojos abiertos y estaba llena de sangre, abajo de el, en los sofás estaban las otras partes de su cuerpo, y en el suelo, escrito con su misma sangre, la frase "primer perdedor, ¿Quién sigue?"

—Esto no puede ser verdad. - Hablo Rena. Me encantaría que no lo fuera, me encantaría despertarme y llorar por la horrible pesadilla que estaba teniendo, pero no estaba durmiendo, estaba más despierta que nunca.

Entre todos nos pusimos a limpiar la sangre, los más valientes juntaban las extremidades del cuerpo y las metían en una bolsa negra para no tener que volverlo a ver, la cual se guardo dentro de un armario enorme que había en aquella sala.
Se escuchaba la gente hablar de rumores, sobre quien podría ser, parejas terminando por miedo a que alguno sea el asesino, amistades llegando a su fin por desconfianza, todo se estaba yendo a la mierda.

—¿Vas a creer que soy el asesino? - Se acercó Oliver, sus ojos estaban clavados en mi de una manera fría y seca. A estas alturas nadie era de mi absoluta confianza, pero el, estaba muchísimo más abajo de ello.

—Si. Eso creo. Es muy raro que justo haya sido tu compañero. -Aseguré. Este se cruzó de brazos mirándome.

—Pues pruébame. -Dijo. —Pasa está noche conmigo. -Propuso. —y si sales viva sabrás que puedes confiar en mí.

Mis ojos le dieron un repaso rápido al rubio en frente de mi, era guapo, sumamente sexy y por decir verdad era el tipo de chico el cual yo me tiraría en una fiesta.
Ya estamos aquí todos ¿Por qué no jugar al destino? Aún así, podría matarme de una vez por todas y tener otro perdedor a la lista, pero no le convendría ya que lo descubrirían. 

—Seria muy fácil para ti no matarme ahora para que te crea. -Pelee mi respuesta, aunque mis hormonas estaban muy revolucionadas y querían mandarlo todo al carajo.

—¿No te apetece averiguarlo? -Insistió.

—En estos momentos lo que más me apetece es besarte. - Dije al fin. Oliver me dedico una sonrisa picara. Se adelanto e invadió mi boca con la suya en menos de 2 segundos, formando un beso que no era para nada cariñoso, era desesperado, lujurioso, con ganas de más, pero no estábamos en un espacio donde podamos tener la privacidad que queríamos ese momento, así que solo nos conformamos con besarnos, Oliver me empujó contra la pared mas cercana que teníamos, acorralándome entre sus brazos, sin despegarnos uno del otro, nuestras lenguas jugaban, se cruzaban y parecían estar en una batalla, era algo completamente placentero, y ambos estábamos bastante a gustos como para detenernos.

—¿Dónde queda tu cuarto? - preguntó, separándose del beso y con la respiración agitada, yo estaba igual, necesitaba recomponerme lo antes posible para responderle, pero no podía, intenté hablar y nada salía de mi boca. Oliver pareció entenderlo, así que se digno a seguirme y dejar que lo guíe hasta mi cuarto.
El abrió al puerta con desesperación, empujándome dentro de este sin olvidarnos de ver qué no esté mi compañera.

Mis manos se posaron en su pecho y bajaron para poder quitar su camisa, las suyas se encontraban al rededor de mi cintura, metiendo una de ellas dentro de mi remera y acariciando suavemente mi espalda. Lo guie hasta quedar recostados uno encima del otro, en mi cama, besándonos, quitando nuestras prendas rápidamente, hasta que el ruido de los gritos por arriba del segundo piso empezaron a ser más y más fuertes. No nos importó, Oliver regresó sus labios a los míos, ese beso duró muchísimo menos que el anterior, se separó para iniciar otros húmedos en mi cuello, arqueé la espalda del placer que el me hacia sentir, era un chico lindo, muy sexy, y sabia completamente lo que hacia ¿Qué mas podía pedir? El rubio bajo sus manos hacia el botón de mi jean, desabrochándolo, sin dejar sus besos en su mismo sitio, quitó lentamente mi pantalón junto con mis bragas, dejándome al descubierto en mi zona mas intima, por fin, el se separó. Prosiguió por quitarme la blusa que llevaba puesta, sus dedos acariciaban y rozaban todo mi abdomen mientras subía para desabrocharme el sujetador. Su boca atacó uno de mis pechos, chupando y besándolo salvajemente. Mordí mi labio aguantando los gemidos, mis manos se agarraban de las sabanas, deseando mas que nada la acción. Tome sus hombros y lo volteé, quedando yo sentada en su cintura, sus manos en mis caderas, completamente a mi disposición, pegaba mas nuestros cuerpos, moviéndome, causándole placer, Oliver jadeaba y soltaba maldiciones y otras frases llenas de suciedad que solo lograban excitarme más. No me di cuenta en que momento quito sus pantalones y empezo a penetrarme con fuerza, los gemidos salieron de mi completamente involuntarios, mi cabeza hacia atras, mi cuerpo se encontraba dando pequeños saltos, juntando nuestras caderas aun mas, podía sentirlo todo dentro de mi, me encantaba, sin duda alguna el sabia lo que hacia y como lo hacia.

Gemia y gemia, podría jurar que si alguien estaba tras esa puerta iba a poder oir absolutamente todo y traumarse. Las piernas de el estaban tensas, sabia lo que venia en ese momento, ambos empezamos a movernos con mas rapidez, gimiendo como locos y sin darle importancia a todo lo que ocurría en esa maldita mansion.
Mi orgasmo estaba a nada de llegar, quería gritarlo, decirle lo bien que follaba y gemir su nombre como una desesperada, pero no pude. Por alguna razón algo me lo impedía dentro de mi y no lo hacía. Me limite a estremecer mi cuerpo y dejar que la excitación me controlara, pude correrme, a los 2 minutos, el también lo hizo, nuestra respiración estaba hecha un desastre, Oliver seguía dentro de mi, yo, con mis ganas impacientadas, aun continuaba dando pequeños saltitos, gemía apenas, junto a él, acabando con todo, me levante, permitiendo que saliera dentro mio y empezáramos a vestirnos.
Una vez ambos ya nos habíamos arreglado lo acompañe a la puerta del cuarto, para que saliera y se vaya, no habíamos dicho ni una palabra después de lo que habíamos hecho.

—Si lo quieres repetir, sabes dónde estoy. - fue lo único que el dijo, yo asentí, pero no estaba segura de que vaya a buscarlo. Seguido de eso cerré la puerta con pestillo, para cuidarme de todo lo ocurrido allá dentro.

[Capitulo editado]

Muertes Placenteras [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now